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Coma plátanos para perder peso

Ricos en fibra, potasio y magnesio, los plátanos no deben faltar en ninguna dieta equilibrada que se precie. Además, a diferencia de la creencia popular, son un maravilloso supresor del apetito. ¡El aliado perfecto si quiere perder peso!

Hay quienes alegan que el cultivo del plátano contribuye a la deforestación, que llegan a nuestras cestas de la compra empapados en pesticidas o que contienen demasiada azúcar.

Y también habrá oído que no hemos de comer más de un plátano al día debido a que puede provocar diabetes, obesidad o problemas cardíacos.

¿Tienen los plátanos efectos negativos en la salud? No, al contrario, son muy sanos.

Siempre mejor ecológico

La agricultura es una de las principales causas de deforestación en todo el mundo debido a que, a menudo, implica la tala de bosques para dar paso a tierras cultivables.

Sin embargo, no todos los cultivos contribuyen por igual a la deforestación. Algunos, como la soja y el aceite de palma, son responsables de la pérdida de una gran cantidad de bosques en países como Brasil e Indonesia.

Pero el impacto ambiental de un plátano es reducido si, por ejemplo, se ha cultivado en Canarias con criterios ecológicos; tendencia cada vez mayor en las islas.

Y por supuesto, con la apuesta por el plátano “bio” estamos evitando los temidos pesticidas.

¿Azúcar en el plátano?

Bien, este es otro de los asuntos polémicos que rodean a esta fruta. Le cuento, los plátanos son bajos en proteínas y contienen muy pocas grasas.

¿De dónde salen entonces las calorías que aporta? Pues el 90% de ellas provienen de los carbohidratos, por lo que este manjar tiene la capacidad de aumentar los niveles de energía. Los carbohidratos de los plátanos se convierten rápidamente en glucosa, que el cuerpo utiliza como fuente energética.

Es verdad que es un alimento con un alto contenido en azúcares y también es energético, pues cada 100 g de plátano aportan alrededor de 90-94 calorías.

Y si bien como fruta que es se compone esencialmente de agua (un plátano maduro de 100 g contiene 75 g de agua), también ofrece 15 g de azúcar.

Ahora bien, si usted padece diabetes y por ello teme los picos de azúcar en la sangre, también ha de saber que los plátanos no tienen un índice glucémico (IG) muy alto.

El IG es una medida de la rapidez con la que un alimento puede elevar el nivel de azúcar en sangre después de una comida y, en el caso del plátano, se sitúa en 51, que es un término medio.

Por lo tanto, incluso en caso de diabetes puede comer plátanos sin problemas, siempre y cuando los valores de su azúcar en sangre estén controlados. (1)

Quizá se esté preguntando si existe una cantidad específica de plátanos que un diabético pueda comer al día. La respuesta es que no, ya que depende de varios factores, como el tipo de diabetes que se padece, la dieta o el nivel de actividad física. Lo mejor es que consulte con su médico o nutricionista.

Eso sí, debe evitar ingerir grandes cantidades de plátanos muy maduros, ya que en ellos el índice glucémico aumenta hasta 62.

Entonces, ¿podemos comer plátanos?

¡Por supuesto! El plátano es una fruta que contiene muy poca cantidad de proteínas, solo en torno al 1% del mismo, y muy poca grasa, el 0,3%.

Pero, sobre todo, lo que ofrece son alrededor de 3,1 g de fibra, que es mucho. El potasio, además de ayudar a mantener la presión arterial bajo control, es importante para la función muscular y nerviosa.

Tisanas estación

Los plátanos son ricos en potasio. Tenga en cuenta que por cada 100 g de esta fruta (y ese es el peso habitual de un plátano mediano sin piel) hay 360 mg de potasio. Este es en particular muy bueno para el corazón.

Y también contiene magnesio, 35 mg por cada 100 gr. Eso es bueno, pues nuestras necesidades de potasio y magnesio son altas: 2.000 mg por día del primero y 375 mg del segundo.

Ello hace que las carencias de potasio y magnesio sean habituales. Por todo esto, comer plátanos solo puede hacerle bien.

Los plátanos reducen el hambre

Otra propiedad de la fruta amarilla por excelencia es que es muy rica en almidón y, en concreto, en almidón resistente.

¿En qué consiste este? Pues es una fracción del almidón que resiste la digestión y llega prácticamente intacto al intestino delgado, donde actúa como fibra dietética y puede tener efectos beneficiosos para la salud.

Y es que el almidón resistente reduce los niveles de glucosa e insulina en sangre, lo que puede ser muy bueno para personas que tienen exceso de peso y riesgo de desarrollar diabetes.

Además, este tipo de almidón es un excelente festín para las bacterias intestinales, la conocida microbiota, por lo que puede ayudar a mejorar la salud intestinal y esto es muy beneficioso para la salud en general.

Además, gracias a ese almidón resistente, los plátanos son un maravilloso supresor del apetito. Por puro efecto saciante a nivel gástrico, lo que unido al aumento de la glucosa en sangre, hace que los centros nerviosos reguladores del hambre se atenúen.

Por estas razones ayudan a perder peso, que es lo contrario de lo que piensa la mayor parte de la gente.

Una fuente de energía inagotable

¿Quiere conocer más propiedades del plátano? Sepa que al tener un alto contenido en fibra ayuda a prevenir el estreñimiento.

Y no menos destacada es la vitamina C, un potente antioxidante que protege las células del daño causado por los radicales libres, mientras que la vitamina B6 que contiene es indispensable para el metabolismo de las proteínas.

Además de estos nutrientes, el plátano también lleva triptófano, un aminoácido que se convierte en serotonina en el cuerpo. Esta, la llamada “hormona de la felicidad”, es un neurotransmisor que ayuda a regular el estado de ánimo y promueve la sensación de bienestar.

Por todo ello, comer plátanos contribuye a reducir los síntomas de la depresión y la ansiedad.

En resumen, el plátano es un tesoro al alcance de cualquier persona y ha de formar parte de toda dieta que se precie de equilibrada. Apueste por el nuestro, el de Canarias y ecológico, y disfrutará de inmediato de sus “poderes”.

Fuentes

  1. Recuerde que una glucemia basal normal debería ser inferior a 125 mg/dL y que la hemoglobina glicosilada no debería exceder del 6,8%.

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