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La rhodiola: una «super planta» con poderes de ciencia ficción

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En los primeros años del siglo XXI, los científicos occidentales tuvieron acceso a unos estudios secretos llevados a cabo por la antigua Unión Soviética sobre la rhodiola, la “raíz de oro”, una planta típica de la flora siberiana.

Descubrieron entonces las formidables propiedades de esta planta, que ayuda a combatir la fatiga, mejora nuestra actitud frente al estrés y aumenta las capacidades psíquicas e intelectuales.

Mitos, leyendas y ciencia ficción

Jasón y el vellocino de oro es uno de los mitos más famosos de la antigua Grecia y, sin duda, la prueba de que las virtudes de la rhodiola ya se conocían en el siglo XIII a. de C.

Según la leyenda, el héroe Jasón fue enviado a Cólquide, la actual Georgia, por su tío Pelias, que le había prometido el trono de Yolco si lograba recuperar el vellocino de oro, la piel de un carnero legendario que había sido confiado para su guardia a un dragón.

Tras múltiples peripecias, Jasón llega ante el rey Eetes, poseedor del vellocino. La maga y experta en la preparación de plantas Medea, hija de Eetes, entrega a Jasón una pócima mágica que le permite vencer al dragón y entrar a formar parte de la leyenda.

Esta pócima extraordinaria habría sido elaborada a partir de una flor del Cáucaso nacida de la sangre de Prometeo. Ahora bien, según el poeta Cayo Valerio Flaco, la rhodiola, que evoca en sus Argonáuticas, habría nacido de los pedacitos del hígado de Prometeo esparcidos por los montes del Cáucaso tras el suplicio infligido por las águilas.

Para el gran especialista americano en rhodiola Richard P. Brown, Medea habría dado sin duda rhodiola a Jasón. Y si seguimos su teoría, el descubrimiento de la rhodiola por parte de los griegos se remontaría al siglo XIII a. de C. Más tarde, en Siberia y en el norte de Europa es donde la rhodiola se granjeó su reputación de planta medicinal.

En esas regiones se le atribuye el poder de aumentar la resistencia física, la longevidad, el vigor sexual, la memoria y otras facultades cognitivas. En Suecia se asegura que los vikingos le debían su legendaria fuerza física y resistencia. En Ucrania se cuenta que el príncipe Danila Galitsky (siglo XIII), cuyas proezas amorosas siguen alimentando la imaginación popular, debía su fuerza a esta famosa raíz dorada. Todavía hoy, en Siberia, se ofrece la rhodiola a los jóvenes recién casados para que engendren hijos sanos.

Las pruebas científicas sobre los beneficios de la rhodiola llegaron a partir de la década de 1960 con numerosos estudios clínicos y publicaciones científicas llevados a cabo por los soviéticos.

Durante décadas, gran parte de estas obras se mantuvo clasificada como “secreto de defensa”, ya que se consideraba a la rhodiola como un elemento determinante de los programas destinados a mejorar el rendimiento fisiológico, psíquico e intelectual de los miembros de la élite soviética (cosmonautas, militares de alto nivel y oficiales del KGB).

Como en las películas de ciencia ficción, los investigadores soviéticos, que habían descubierto las sorprendentes propiedades naturales de la rhodiola, pretendían poder utilizarlas para desarrollar las moléculas que iban a transformar a los mejores integrantes del ejército en verdaderos superhombres.

Dado el carácter altamente sensible de estas investigaciones, no se sabe aún en qué desembocaron exactamente, pero desde los primeros años del siglo XXI se han difundido estudios sobre las propiedades intrínsecas, y por lo tanto naturales, de la rhodiola. Además, investigadores del mundo entero han tomado el relevo de sus predecesores soviéticos.

Una planta adaptógena revolucionaria

Las propiedades de la rhodiola identificadas por los investigadores permiten clasificarla en la categoría de plantas adaptógenas según el sentido que definió en 1968 el doctor Breckhman, de la Academia de Ciencias de Rusia:

  • aumenta la resistencia del organismo frente a un espectro muy amplio de factores de agresión, ya sean químicos, físicos o biológicos.
  • tiene una actividad normalizadora, es decir, disminuye o previene por completo los desequilibrios originados por el estrés o los efectos secundarios de una patología.
  • presenta una total inocuidad, por lo que no altera el funcionamiento normal del organismo y no influye en este último más de lo requerido.

En 2004 se publicó un libro en Estados Unidos con el título The rhodiola Revolution. (1)

Según numerosos estudios científicos dedicados a esta planta y los testimonios de quienes la tomaban, muchos la consideran hoy en día como uno de los remedios naturales más eficaces para actuar contra el estrés al que nos enfrentamos a diario. (2) (3) (4) (5) (6)

Se recomienda en particular a las personas que:

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  • desean mejorar su bienestar general, su estado psíquico y su rendimiento intelectual.
  • por naturaleza sienten angustia, que se acentúa ante las mínimas preocupaciones cotidianas.
  • tienen dificultades para sobrellevar el ritmo de la vida moderna (malestar, fatiga crónica…).
  • deben afrontar una situación familiar, social o profesional difícil (divorcio, pérdida de empleo, periodo de estrés y trabajo intenso…).
  • deben hacer frente a situaciones conflictivas o a un entorno agresivo.
  • afrontan un estrés físico intenso (numerosos deportistas que practican deportes extremos utilizan la rhodiola para reforzar sus habilidades mentales).

A menudo las personas que toman rhodiola quedan altamente sorprendidas al notar sus efectos positivos desde los primeros días. Los efectos beneficiosos que más se citan son la recuperación de la energía, una sensación de distensión y bienestar psíquico, así como el hecho de saber mantener la calma y estar más preparados para hacer frente a las situaciones estresantes.

La rhodiola, al contrario que los antidepresivos, los somníferos o los excitantes, no produce ningún desequilibrio interno. Asimismo, carece de efectos secundarios y no crea hábito.

De hecho, la rhodolia desempeña un papel complejo como regulador del sistema nervioso pero también del eje suprarrenal. Actúa especialmente sobre:

  • la gestión de la serotonina, un neurotransmisor del sistema nervioso central que desempeña un papel esencial para el mantenimiento de la homeostasis del cerebro (capacidad de funcionar con normalidad a pesar de las tensiones externas).
  • el refuerzo de las glándulas suprarrenales; estas glándulas endocrinas situadas por encima de los riñones son las principales responsables de gestionar las situaciones de estrés, sobre todo mediante la síntesis de corticoides y catecolaminas.

La rhodiola, sin estimular nada directamente, pone en alerta a nuestro organismo y le permite responder con mayor rapidez y de un modo mejor adaptado a las situaciones de estrés. Algo así como si ejerciera el papel del entrenador que ayuda al organismo a funcionar mientras aprovecha sus mejores capacidades.

La reacción del organismo ante situaciones de estrés es más rápida; se consigue una mejor gestión de los recursos, en especial los hormonales (la secreción de adrenalina, de cortisol, etc.) y se obtiene así una mejor respuesta de las glándulas suprarrenales.

Así pues, la rhodiola actúa en el vértice de la biología, la bioquímica, la neurología, la inmunología, la endocrinología… todos ellos campos en los que los investigadores siguen trabajando de manera aislada, lo que explica en parte la dificultad que estos especialistas tienen para explicar con claridad los mecanismos de acción de esta planta.

¿Qué tipo de rhodiola debe escoger?

Con la publicación del libro The rhodiola Revolution, numerosos laboratorios empezaron a integrar la rhodiola en sus fórmulas.

Entre estos productos encontrará en general fórmulas compuestas a partir de extractos de Rhodiola rosea y que incluyen aditivos inútiles e incluso dudosos. Estos extractos concentran tan sólo dos principios activos de la rhodiola: las rosavinas y los salidrósidos, en detrimento de otros compuestos intrínsecos de la planta que no se han estudiado, pero que, a pesar de todo, se consideran indispensables para su acción.

Así pues, si va a adquirir rhodiola, asegúrese de que incorpora el conjunto de moléculas activas de la planta, y no sólo alguno de sus principios activos.

Y es que lo más normal es que la encuentre en forma de extracto de algunos de sus componentes aislados. Pero yo le aconsejaría que intentara consumirla bajo la forma “totum” original. No existen pruebas que garanticen que la rhodiola sea más eficaz en extracto sino que, por el contrario, la forma natural y completa, con todos sus principios actuando en forma sinérgica, consigue los mejores resultados.

¿Qué le ha parecido esta información? ¿Le han sorprendido los múltiples usos de la Rhodiola? ¿Qué otras «super plantas» conoce? Le invito a compartir sus consejos con el resto de lectores de www.saludnutricionbienestar.com haciendo un comentario un poco más abajo.

Nota: El texto de hoy viene de la mano de François Mercier, especialista en plantas y nutrientes.

Fuentes:

  1. The rhodiola revolution – Transform your health with the herbal breakthrough of the 21st century. Richard P. Brown, Patricia L. Gerbarg (2004, Ed. Rodale).
  2. A randomized trial of two different doses of a SHR-5 rhodiola rosea extract versus placebo and control of capacity for mental work. Shevtsov V.A. et al. Phytomedicine, 2003, 10, 95-105.Un estudio dirigido doble ciego(es decir, donde tanto el paciente como el investigador ignoran si el producto administrado es el principio activo o placebo) sobre 161 cadetes militares rusos permitió medir los efectos contra el estrés y los estimulantes de una dosis de Rhodiola rosea. Los resultados mostraron que los cadetes privados de sueño y estresados que habían tomado rhodiola estaban claramente menos cansados y conservaban mejor las capacidades intelectuales que aquellos que habían tomado un placebo o que no habían tomado nada.
  3. A double-blind, placebo-controlled pilot study of stimulating and adaptogenic effect of rhodiola rosea SHR-5 extract on the fatigue of student caused by stress during examination period with a repeated low-dose regimen. Spasov AA, Wikman GK, Mandrikov VB, et al. Phytomedicine, 2000, 7, 85-89.Un estudio doble ciego llevado a cabo durante 20 días en 60 estudiantes indios de Medicina en el período de exámenes de fin de carrera permitió evaluar el efecto de una dosis diaria de 100 mg de Rhodiola rosea. A pesar de que la dosis utilizada era baja, los investigadores constataron una mejora del rendimiento intelectual de los estudiantes, de su bienestar general, así como de su funcionamiento psicomotor. Los sujetos notificaron una disminución de su necesidad de sueño, un humor más estable y una mayor motivación para estudiar.
  4. Plasma beta-endorphin and stress hormones in stress and adaptation. Lishmanov I.B. et al. Biull. Eksp. Biol. Med., 1987, 103, 422-424.En el marco una prueba de resistencia física, se administró Rhodolia rosea a ratones: su tiempo de natación experimentó una mejora de en torno al 150 %. En dicho estudio, en el que los animales también fueron sometidos durante 4 horas a un estrés no especificado, los investigadores no observaron un aumento previsible de los niveles de beta-endorfinas, sino una disminución, lo que sugiere que un suplemento de Rhodiola rosea podría disminuir, incluso prevenir por completo, los cambios en el eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal inducidos por el estrés. El suplemento parece haber preparado a los animales para actuar de modo más adaptado a una situación de estrés.
  5. A pilot study of rhodiola rosea (Rhodax) for generalized anxiety disorder (GAD). Bystritsky A. & al. Journal of Alternative and Complementary Medicine, 2008, 14(2), 175-180.Una toma diaria de Rhodiola rosea tendría efectos beneficiosos frente al insomnio, la ansiedad y la depresión moderada.
  6. Protective effects of salidroside on hydrogen peroxide-induced apoptosis in SH-SY5Y human neuroblasoma cells. Zhang Li & al. European Journal of Pharmacology , 2007, 564(1-3), 18-25.Los salidrósidos que contiene la Rhodiola rosea tendrían un efecto protector contra el estrés oxidativo y constituyen un agente terapéutico potencial para el tratamiento o la prevención de las enfermedades neurodegenerativas.


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