Está a punto de conocer las mejores claves para acabar con las crisis de angustia, desactivando todo tipo de miedos.
A todos y cada uno de nosotros, en algún instante de nuestra vida, nos toca lidiar con crisis de angustia.
Y más en una época como la actual, en la que acechan la crisis económica y una guerra en la puerta de Europa de consecuencias aún por ver, al tiempo que también arrastramos un agotamiento emocional enorme a causa de la pandemia.
Tanto es así que las crisis de angustia se consideran ya un problema frecuente, con una prevalencia del 11% al año en adultos.
Aunque muchas personas tienden a pensar que son la misma cosa, angustia y ansiedad se diferencian en algunos puntos importantes.
La ansiedad es una respuesta de nuestro sistema cuando detecta la presencia de algo capaz de vulnerar nuestra integridad. Por tanto, tiene un componente nervioso activador, mientras que las crisis de angustia, por el contrario, bloquean y paralizan.
Es, de hecho, la emoción que más riesgo tiene de provocar un gran malestar psicológico. En ocasiones puede incluso tornarse obsesiva, con la aparición de pensamientos catastróficos y una sensación de desesperación.
Así, aunque la mayoría de las personas se recuperan de esas crisis sin necesidad de tratamiento, también es cierto que no saber salir de esas situaciones con rapidez o dejar que se repitan sin atajarlas de la forma correcta puede terminar derivando en un trastorno de angustia.
Cuando el problema es persistente, la persona llega incluso a cambiar sus comportamientos y hábitos para impedir que las crisis de angustia se sucedan. Eso termina limitándola en el día a día (por ejemplo, al evitar lugares, personas, acciones y gestos cotidianos…).
Para que usted en ningún caso llegue a tal punto, quiero que conozca unos consejos para lidiar con las emociones negativas en cuanto aparecen, comprendiéndolas y aceptándolas, pero también evitando que vayan a más y deriven en episodios de angustia.
Eso sí: por supuesto si su problema es recurrente y cree que lo necesita, le animo desde aquí a que acuda a un profesional especializado que pueda ayudarle.
Muchos saben lo que es ese miedo paralizante que aparece de repente.
A veces surge ante un acontecimiento importante, pero en otras ocasiones lo hace sin motivo aparente, por ejemplo al meterse en la cama.
Ese terror es en realidad un acceso de angustia, y lo importante es identificar cuál es la sensación que subyace para saber cómo atajar la crisis.
Por desgracia, esto pasa mucho más a menudo de lo que parece: se tiende a equiparar el descanso con una recompensa, con algo que hay que “ganarse” en lugar de con una necesidad fisiológica.
Pues bien, debe saber que solo un buen descanso le ayudará a tener otra visión y mayor claridad frente a los problemas. Es un aspecto crucial para la salud mental.
Las tres son técnicas capaces de ayudarle a retomar la conexión con su cuerpo físico.
Cuando no le sea posible acudir directamente a un parque o un bosque, poner una música ambiente con los sonidos de un bosque o un río, por ejemplo, puede ayudarle.
Cerrar los ojos, concentrarse en uno o varios recuerdos hermosos y dejar que la paz y la tranquilidad que emana de esas memorias fluya a través de todo su cuerpo también le resultará de gran alivio.
No obstante, lo verdaderamente importante es localizar cuanto antes aquello que está bloqueando su mente.
En este sentido, la psicóloga general sanitaria Lorena Lillo recuerda que “los pensamientos cobran mucha importancia, pues en ocasiones es solo a partir de ellos que se fundamenta la aparición del miedo incontrolable”.
Para cortar de raíz con el proceso, es importante escucharse:
Y, una vez localizados, enfrentarse a ellos:
Lo más probable es que usted mismo se dé cuenta de que esos pensamientos carecen de validez y realismo. Son solo eso, pensamientos.
Así que, ¿qué tal si los transforma en algo más objetivo, más acorde con la auténtica situación?
Una vez lo logre, fije esa nueva idea en su mente y regrese a ella cada vez que lo necesite.
Eso sí, busque también fluir, visualizándose como un riachuelo que no se aferra a nada a su paso.
Por ejemplo, si ese miedo aparece de noche, regálese unas páginas de un libro que le guste antes de volver a apagar las luces y echarse a dormir.
Por lo general, disfrutar de la soledad y sentir gratitud real por el momento presente es una fórmula fantástica no solo para reconectar con uno mismo y nuestras necesidades, sino también con todo lo que nos rodea.
En esta línea, también puede suceder que las crisis de angustia se deban a sentir que se ha perdido la conexión consigo mismo. Y lo peor es que esta sensación a veces es difícil de identificar y se exterioriza con un malestar que uno no sabe explicar.
En esos momentos en los que alguien se encuentra perdido, lo que de verdad funciona es retirarse a un lugar tranquilo, lejos de los ruidos y las luces artificiales, y dedicar un momento a la respiración y a mantener una conversación sincera con el “Yo superior” -es decir, con uno mismo-, a fin de reencontrarse.
Trabajar estos 3 lazos de forma constante -con la Naturaleza, con el Yo profundo y con el momento presente-, incluso si solo es durante unos minutos al día, ayuda a mejorar la autoestima y los niveles de bienestar y paz mental.
Y el mindfulness, el yoga, la coherencia cardíaca, el taichí, el chikung, los baños de bosque… son algunas de las herramientas que pueden ayudarle a lograrlo.
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