Nuestros cubos de basura están llenos de cosas que se podrían comer.
Se tiran ingentes cantidades de carne, verduras, legumbres y frutas que todavía son ricos en nutrientes útiles y que podrían ser aprovechados.
De hecho, la mitad de la comida que se tira en hogares y restaurantes ¡está todavía perfectamente apta para el consumo! (1)
Para demostrarlo, en 2015 el chef Eric Godot decidió organizar una cena en su restaurante en Lausana para concienciar contra el despilfarro cocinando exclusivamente con alimentos caducados. En el menú, crema de espárragos, sorbete de pez ahumado… ¡Y sus 170 comensales salieron del restaurante encantados! (2)
Uno de sus cocineros reconoció: “nunca me hubiera esperado esto. Los espárragos estaban en perfecto estado. Quizá alguno con una marca en un punto concreto, pero…”.
De toda aquella experiencia, el chef Eric Godot concluye: “no tire de inmediato ese alimento que está a punto o que acaba de pasarse. Huela, toque, pruebe. Confíe en sus sentidos y su sentido común”.
Está claro que las normativas sanitarias, que imponen fechas de caducidad ultraconservadoras, no ayudan. ¡Cuántos productos supuestamente caducados sobre la etiqueta mantienen su sabor y sus calidades nutritivas, sin suponer ningún riesgo de intoxicación para nadie!
Lo que cabría preguntarse es quién decide esos criterios de caducidad, pero yo ya tengo la respuesta: son personas que ante todo buscan evitarse problemas. Y, para ahorrarse cualquier tipo de reproche por haber asumido riesgos, calculan márgenes enormemente prudentes, con frecuencia 2, 3 e incluso hasta 5 veces más cortos de lo normal.
Existe una gran diferencia entre las bacterias que pudren los alimentos y las patógenas (las que provocan las enfermedades).
Observe el roquefort; está cubierto de mohos verdes y malolientes, y sin embargo es comestible (¡y muy apreciado!).
En el lado opuesto, y a pesar de ser invisible e inodora, la bacteria Listeria monocytogenes puede contaminar a través del queso elaborado con leche cruda y provocar la listeriosis, una infección muy grave que afecta principalmente a personas de edad avanzada, mujeres embarazadas y recién nacidos. (3)
Como las apariencias engañan, los científicos han tenido que desarrollar fórmulas e instrumentos precisos para determinar si los alimentos son todavía comestibles. Pero el gran público no tendrá acceso a ellos hasta dentro de mucho. Y esa es la razón por la que he decidido ofrecerle aquí mis trucos para no malgastar la comida que todavía es aprovechable y “reciclar” los “residuos”.
La leche cuajada tiene un sabor desagradable si se toma sola, pero puede ser utilizada en pasteles. De hecho, ofrece una ventaja en la elaboración de los crepes, y es que con ella ya no se necesita dejar reposar la masa.
En las recetas de pasteles también se puede reemplazar la leche por yogures caducados.
Asimismo, con la leche cuajada se puede hacer requesón metiéndola en una tela fina y escurriendo hasta que deje de gotear. Después, échele sal o azúcar al gusto.
Aunque parezca un tanto desagradable, no lo es en absoluto. De hecho, así es exactamente cómo se lleva elaborando el requesón toda la vida, incluido el que se vende en envases de plástico multicolor en los supermercados.
Para absorber el desagradable sabor de la mantequilla rancia, pruebe a clavar en ella palitos de zanahoria crudos y pelados. Comprobará que el mal sabor desaparece.
¿Quiere un truco para recuperar el color y el aspecto de la ensalada verde que empieza a marchitarse? Déjela en remojo durante un cuarto de hora en agua caliente y pásela después por agua muy fría. Gracias al choque térmico, recuperará sus colores y volverá a estar crujiente. ¡Infalible!
Además, si le da la sensación de que su ensalada, sus espinacas frescas o su rúcula están “al límite”, también puede añadirlos en una sopa de verduras o en un batido verde.
Pruebe a preparar, por ejemplo, un batido de aguacate, espinacas y manzana. Y, ya que está a ello, añada también a la receta ese plátano que se está poniendo negro en el frutero.
Si cree que no va a poder comer a tiempo sus judías verdes y sus pepinos, prepárelos en salmuera para conservarlos durante más tiempo.
Basta con cortarlos y pesarlos para calcular la cantidad de sal que necesita, que siempre será un 5% del total (para 100 g de pepino debe utilizar 5 g de sal, por ejemplo).
Disuelva la sal en agua filtrada y meta las legumbres en grandes frascos con cierre, recúbralas con el agua salada, cierre los botes y conserve a temperatura ambiente un máximo de tres semanas antes de consumirlas.
También puede hacer una salmuera de huevos duros si estos están punto de pasarse.
En numerosas recetas con acelgas se indica que se deben desechar las hojas y usar únicamente los tallos, aunque afortunadamente mucha gente sí las cocina y las consume. Personalmente, yo las encuentro incluso mejores, ya que son más suaves y blandas.
Si no está acostumbrado a cocinar y comer las hojas de la acelga, puede empezar preparando con ellas zumos, cocinarlas con bechamel… En realidad, puede usar con ellas exactamente las mismas recetas que utilice con las espinacas.
No escuche a aquellos que le digan que debe tirar la parte verde del puerro, ¡está deliciosa y es muy rica en clorofila!
Es verdad que es más fibrosa que la parte blanca, pero si la corta en finas láminas mejorará su textura, sobre todo en una crema que pase por la batidora.
La remolacha es una raíz a partir de la cual crecen los tallos largos rojos y llenos de hojas.
Es una hortaliza muy rica en hierro y fibras, las cuales frenan la absorción de azúcar por parte del cuerpo y garantizan un suministro de energía más progresivo. (1)
En vez de tirar directamente esta parte de la remolacha, lávela bien para quitarle toda la arenilla, tierra e insectos que pueda tener. Después pique los tallos en pequeños trocitos, cortando las fibras (que serán así más fáciles de comer).
Las hojas de la remolacha se cocinan como las espinacas -preferentemente al vapor-, pero su sabor es más dulce y menos astringente. Quedan muy ricas con un poco de ajo y aceite de oliva.
La parte verde del rábano (los tallos y las hojas) acaban con mucha facilidad en la basura. No obstante, esta parte es muy rica en ácido fólico y en potasio.
Los tallos y las hojas contienen seis veces más vitamina C que el resto de la hortaliza. También se hallan en él trazas de molibdeno, un mineral utilizado en pequeñas dosis por cuatro enzimas de nuestro cuerpo (sulfito oxidasa, la xantina oxidasa, aldehído oxidasa y amidoxina reductora del componente mitocondrial (mARC). (4)
Pero lo que también tiene esta parte del rábano que la hace tan especial es un sabor sutil, realmente diferente y próximo al de la avellana, y que queda perfecto en una ensalada o una sopa.
Con la parte verde también puede preparar esta deliciosa sopa: sofría la cebolla y añada la parte verde de rábano, calabacín (o patata) y cubra con agua. Eche sal, pimienta y caldo al gusto. Después de 20 minutos de cocción, mezcle todo con la ayuda de una batidora de mano y espolvoree por encima un poco de perejil.
Ya lo sabe, siempre que sea posible, compre los rábanos con toda su parte verde (los tallos y las hojas).
Las hojas verdes de la zanahoria son ricas en potasio, lo cual también puede darles un toque amargo. Además, como todas las hojas verdes, son ricas en clorofila y por tanto en magnesio, especialmente útil este último para regular la presión sanguínea. (5)
Pero, ¡cuidado! Como siempre ocurre con las partes aéreas y menos consumidas, para evitar la presencia de pesticidas será mejor que opte por productos procedentes de la agricultura ecológica.
Para hacer pesto todo tipo de hojas son buenas. Los más conocidos son sobre todo el pesto de albahaca o “a la genovesa” (con albahaca, ajo, piñones y queso parmesano picados finamente y luego mezclados con aceite de oliva), pero existen numerosas variantes. Por ejemplo, se pueden reemplazar la albahaca y los piñones por hojas de zanahoria y nueces.
Además, con la parte verde de la zanahoria también podrá repetir la receta de la sopa del punto nº 8. Basta con que cambie la parte verde del rábano por la de la zanahoria.
El brócoli (o brécol) es una de las verduras que mayores beneficios aportan a la salud. No obstante, al pensar en él, mucha gente visualiza únicamente su parte superior (las ramas más pequeñas y las hojas); no todo el mundo aprovecha la parte más gruesa y dura del tronco.
Sin embargo, hacerlo es una gran idea. Puede incluirlo en una sopa o crema. Córtelo en trozos muy pequeños para acelerar su cocción.
Los rabos de cereza son muy apreciados, pues si se toman en infusión son un diurético muy eficaz. Sin embargo, ya ve que la mayoría los tira a la basura sin ningún tipo de remordimiento. ¡Una pena!
Basta con ponerlos a secar sobre una bandeja y luego conservarlos en una bolsa de papel. Para limpiar su hígado y sus riñones, beba 2 ó 3 veces a lo largo del invierno esta infusión de rabos de cereza.
El hueso de aguacate puede secarse y después triturarse para añadir a salsas, vinagretas y zumos caseros.
Tiene un sabor amargo, pero lo compensan sus múltiples beneficios:
Ya ve que la lista de alimentos que desperdiciamos ¡es infinita!
Estoy seguro de que usted conoce otros trucos para aprovechar la comida como es debido. Le invito a que los comparta con el resto de lectores dejando un comentario un poco más abajo.
Fuentes:
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Muchas gracias por la información. Me ayuda en mi vida y salud cada día más enriqueciendo mi conocimiento.
Ha sido muy interesante y aprendido cosas que no sabía de los tallos y las partes verdes de las verduras.
Realmente muchas veces ni me fijo en la fecha de caducidad porque ya sé que las dependencias ya sean de gobierno, o de salud, etc. le exigen al fabricante a poner la fecha de caducidad, pero realmente no tiene sentido, ya que uno se da cuenta cuando un producto ya no sirve. Yo tengo en mi poder medicamentos que tienen fecha de caducidad de hace años y en realidad, no dejan de tener el efecto deseado al tomarlas.
En lo que se refiere a hortalizas y granos, en mi casa no se desperdicia nada, ni aún la comida ya cocinada, ya que yo transformo un alimento en otro totalmente diferente, solamente añadiéndole algún otro producto que sé de antemano que va a combinar bien, y generalmente invento unos guisos exquisitos y diferentes.
Sólo para decirle que mejor es rallar la semilla de la palta (aguacate) cuando está fresca. Luego se hace muy dura para triturarla.
Probaré lo de rallar el hueso del aguacate en fresco. No se cómo hacerlo una vez seco.
Gracias
En cuanto a la parte verde del puerro la separo, la lavo bien y la congelo, hago lo mismo con el apio, y lo utilizo cuando hago caldo de pollo.
Al hervir verduras, como judía tierna, purés… procuro poner poca agua para no perder las vitaminas, el caldo que sobra aunque sea un poquito lo congelo, de este modo siempre tengo caldo de verduras para cocinar un pollo, un conejo, un arroz….
De la carne de pollo del caldo hago croquetas, aunque la carne esté ya hervida siempre serán mejores que las que venden hechas. Las hago todas y las congelo en raciones para dos personas, aunque, en este caso es muy elaborado, después tienes una temporadita libre de cocina.
El texto de hoy es instructivo e interesante.
Muy interesante el aprovechamiento de muchos alimentos que desechamos.
Las cabezas de gambas y langostinos cocidas y trituradas con un poco de agua de su misma cocción, después tamizar, queda un zumo concentrado de sabor muy agradable que se puede añadir al arroz o a un pescado en salsa de gamba.
Yo las hojas de ensalada «viejas» las pongo en agua con cubitos de hielo, así quedan crujientes. Este verano aprendí a comer las hojas del rábano en ensalada, son deliciosas! Con la leche cortada en Colombia se hace un dulce con la panela. El resto de cosas que propones tendré que probarlas; tengo curiosidad por probar las hojas de la remolacha.
Gracias
Artículo muy interesante. Por mi parte no compro casi nada envasado, pero resulta curioso observar las fechas de caducidad por ejemplo del aceite o de la sal. Dos conservantes ancestrales de alimentos que según los fabricantes caducan (!)
Llevo años consumiendo los yogures sin hacer caso a su fecha de caducidad: puede un alimento vivo que fermenta sin parar, dejar de fermentar y caducar? Lo dudo.
Consumo las hojas de las remolachas desde siempre y son sabrosas. También consumo las de nabo, que vienen dotadas por la naturaleza de enormes dosis de calcio. Las acelgas, no sabía que se comía solo el tallo: yo las compro ‘baby’ para que solo tengan hoja verde y desprovistas de tallo (que solo me parece comestible rebozado, con harina blanca, huevo y bien refrito en aceite, o sea nada sano)
Probaré el pesto de hojas de zanahoria, pero las hojas de rábano, las he probado, no me gustan. Lo verde del puerro, esencial! El tronco del brócoli: de sabor más intenso que las flores y la textura genial. Probaré la infusión de rabos de cereza.
Lo que no creo que pruebe es el hueso del aguacate. Me parece muy complicado lo de secar y moler para comerme un trozo de madera, antioxidante, eso sí…
Debo decir que probé lo de la salmuera y se me pudrió todo, sin escaldar el bote bien cerrado. Pero probaré de nuevo a ver si con la dosis de sal recomendada funciona mejor.
Muy buenas ideas.
Gracias
Colaboro con la idea de aprovechar lo que parece estar en mal estado
BERENJENAS “arrugadas”: Cortar una rodajita de cada extremo, ponerlas en agua fría con sal y dejarlas unas dos horas. Vuelven a estar tersas, impecables.
Me parece muy oportuno y más en estos momentos de crisis. Gracias.
Muy útil si se tiene en cuenta que las hojas de remolacha tienen tantos oxalatos que para algunas personas es un veneno declarado como los que no digieren bien dichos oxalatos. Así que está» pagina» está siendo en algunos casos venenosa, Además atribuyan está información a quien se le debe.
No entendí la crítica sobre las hojas de la remolacha, será que olvidé haberlo leído. Si Ud. no lo habían mencionado, la crítica me parece fuera de lugar.
Sus emails son utilísimos y se los agradezco, lástima que en este país, Argentina, algunas o casi todas las hierbas que mencionase desconocen o no se producen…
Excelente dossier acerca el descarte de alimentos. Felicitaciones por aportar estos conceptos al mejoramiento de desperdicio alimenticio.
Muy bueno el artículo. Personalmente no tiro nunca alimentos sobrantes. Me parece un despropósito.
BUENOS DIAS.
Aprovecho muchas de las cosas de las que contáis, otras las probare, gracias por la información.
También deciros que yo con las hojas verdes de la lechuga que se tiran y una cebolla o suelo hacer tortilla o salteadas con ajos y taquitos de jamón, los potajes que llevan espinacas o acelgas las sustituyo por las hojas de lechuga, y no se nota la diferencia
Es muy lucrativo e interesante.