Se llama Helicobacter pylori, pero también se la conoce como “la bacteria extrema”. Esta “Rambo” de los microorganismos es capaz de sobrevivir en un entorno tan sumamente hostil como es el estómago y está detrás de dolores intestinales crónicos, de úlceras e incluso de muchos cánceres de estómago.
Las primeras evidencias de la existencia de la Helicobacter pylori se tuvieron a finales del s. XIX, pero quedaron en el olvido y no se estudiaron a fondo hasta hace bien poco.
De hecho, el Premio Nobel de Medicina de 2005, hace poco más de una década, fue a parar a los científicos Robin Warren y Barry Marchall precisamente por sus investigaciones sobre esta bacteria, que hicieron que la comunidad médica cambiara de criterio respecto a la procedencia de muchas úlceras y gastritis y se pusiera por fin nombre a su verdadero culpable: la Helicobacter pylori.
Y una curiosidad. ¿Ha oído hablar de científicos que experimentaron consigo mismos para demostrar sus teorías? Pues Barry Marchall fue uno de ellos (afortunadamente con un final feliz, cosa que no se siempre ha ocurrido así). Y es que para demostrar lo que decían, el doctor Marshall ingirió el contenido de un tubo de ensayo lleno de bacterias Helicobacter pylori. Como consecuencia de ello desarrolló una úlcera que posteriormente trataron con antibióticos, lo que también sirvió para que por primera vez la úlcera gástrica fuese considerada como una enfermedad infecciosa y no psicológica. Además, la implicación de la bacteria fue confirmada en muchas otras lesiones gástricas.
Esta bacteria no sólo ha convertido en su hogar un entorno tan inhóspito como el estómago, sino que también muestra su gran resistencia a la hora de hacer frente a los tratamientos que los médicos prescriben. Así, la Helicobacter pylori resiste a los tratamientos más endiablados de la biomedicina: monoterapias (amoxicilina, claritromicina, tetraciclina, etc.), asociaciones con antiácidos (inhibidores de la bomba de protones -IBP- como el omeprazol) y terapias triples e incluso cuádruples (como la terapia cuádruple con bismuto).
Hasta tal punto es resistente que una vez que una persona se somete a tratamiento pasadas unas semanas hay que realizar una prueba para confirmar si se ha conseguido erradicar la bacteria… cosa que no siempre ocurre.
Es indiscutible que el uso de antibióticos ha supuesto toda una revolución en el tratamiento de enfermedades gástricas inducidas por la Helicobacter pylori, ya que en los casos en los que no conseguían curar las lesiones, al menos sí mejoraban considerablemente los síntomas, incluso en los casos de cáncer gástrico o de estómago.
Está comprobado que este tratamiento puede frenar el desarrollo de las lesiones gástricas, sea cual sea la edad del paciente e incluso si la infección perdura durante varios años.
Pero después de años aplicando este protocolo, la Helicobacter pylori ha adquirido cierta resistencia al tratamiento, y la eficacia de los antibióticos que hasta ahora funcionaban al 100% ya es sólo del 75%, a lo que hay que añadir que a veces el tratamiento se sigue de manera errónea o insuficientemente, pues implica la toma de una cantidad enorme de pastillas a lo largo de varios días y los pacientes no siempre consiguen seguir las pautas correctamente.
En el número de mayo de Plantas & Bienestar descubrirá que la “Rambo” de las bacterias sólo teme de verdad a una única cosa: ¡a las plantas, ya sean alimentarias o medicinales!
Entre las más eficaces, aquellas de la familia de las coles o de las brasicáceas, cuyo líder es el brécol. Y es que el brócoli concentra en sus brotes verdes unos compuestos llamados glucosinolatos, capaces de convertirse en sulforafano, una molécula supresora de la Helicobacter pylori.
¿Resultado? ¡Bacteria KO!
Cueza el brécol bien verde al vapor suave (a no más de 90º C), tómelo con zumo de limón y aceite biológico para optimizar sus efectos, y complete su arsenal con rábano negro (en rodajas o en zumo) y rábano picante en forma de wasabi.
Entre otras plantas cuya eficacia subrayan los estudios científicos se encuentran apuestas seguras como la cúrcuma, el jengibre y numerosas bayas como la aronia negra, por mencionar sólo una.
Pero, por supuesto, en nuestro “especial anti-helicobacter” de Plantas & Bienestar también descubrirá todos aquellos alimentos que agravan los síntomas, y que hay que desterrar en caso de sufrir problemas digestivos.
Y también verá que hay sorpresas, ya que ciertas especias que por lo general son excelentes para la salud deben evitarse cuando se tiene (o se sospecha que se tiene) Helicobacter.
El comino negro o el aloe vera son otros dos grandes clásicos, que para que sean eficaces hay que utilizar durante al menos tres meses. El regaliz, por su parte, de uso más delicado, hay que consumirlo durante un máximo de 10 días al mes en ausencia de contraindicaciones (encontrará todos los detalles en nuestro artículo).
Finalmente, los aceites esenciales antiinfecciosos son una verdadera legión, pero sólo vamos a recomendarle aquellos sobre los que se han realizado estudios científicos recientes por su efecto como neutralizante directo de la Helicobacter pylori.
La Helicobacter sin duda es una superbacteria… ¡pero no podrá con nosotros! Si no quiere perdérselo, pida aquí su ejemplar de Plantas & Bienestar.
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