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Detectives ambientales: Los niños aprenden sobre salud ambiental

La Fundación Vivo Sano convierte a los alumnos de diferentes colegios en “agentes” de su programa “Salud ambiental en la escuela”. Los niños aprenden así a conocer los tóxicos ambientales y las alternativas para proteger su salud.

¿Quién no ha jugado alguna vez a ser detective? Convertirse en agente secreto en busca de sospechosos. Acumular carpetas con expedientes misteriosos.

Pues bien, una iniciativa a la que me han invitado recientemente, desarrollada por la Fundación Vivo Sano, emula esos juegos: convierte a los alumnos de diferentes colegios en “agentes” de su programa “Salud ambiental en la escuela”.

Y no son pocos los niños que han participado en los 400 colegios en los que se han desarrollado estas actividades en los últimos 8 años: unos 62.000 niños en total.

62.000 niños que han aprendido en sus escuelas de la mejor forma posible -jugando- que estamos rodeados de venenos invisibles y cómo protegerse.

Los tóxicos contra la salud ambiental

Vivimos rodeados de sustancias tóxicas que atentan contra la salud ambiental. Su número se eleva año tras año y los expertos estiman que son unas 300.000 las sustancias peligrosas para nuestra salud con las que convivimos a diario. Están en todas partes: en el aire que respiramos, el agua que bebemos, los alimentos que consumimos y los enseres que usamos, como productos de aseo, la ropa o los electrodomésticos.

Tomar conciencia de ello debería ser tarea urgente, algo que se aprendiese desde que somos niños. En los colegios, por ejemplo.

De ahí la relevancia del programa “Salud ambiental en la escuela”, un encomiable proyecto que impulsa la Fundación Vivo Sano. Esta es una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es crear una sociedad más sana donde las personas se encuentren bien en todos los aspectos de sus vidas, disfrutando de una buena salud física y mental, de unas relaciones constructivas, viviendo en un entorno saludable.

Unos cimientos que deben empezar a levantarse desde la infancia. Porque los niños son esponjas y en esos momentos es cuando calan mensajes que van a tener un gran impacto en sus vidas.

Es lo que yo mismo pude comprobar viéndoles aprender y sorprenderse mientras se divertían.

Aprender jugando sobre salud ambiental

 

En este peculiar “juego de detectives”, que es así como se llama, los niños tienen que desarticular a unas peligrosas “bandas” que representan a los distintos tipos de contaminantes que pueden afectar a su salud.

Así, está la “banda de los alimentos” con sus pesticidas y aditivos o la “banda de los cuerpos” a la que pertenecen las colonias o los geles de baño, etc.

También está la de los productos de limpieza del hogar, la de las tecnologías de comunicación o la de la ropa y los tejidos.

¡Y esta es solo una parte de su trabajo! Después deberán identificar a distintos “sospechosos” que se encuentran en los diversos productos cotidianos, cada uno de los cuales hace referencia a sustancias tóxicas concretas.

Los escolares recortan las pruebas del delito de todas esas bandas internacionales o construyen un dado de papel que les recuerda las recomendaciones saludables. Es un juego, pero también es la vida y están conociendo de manera amena y entretenida qué es la salud ambiental.

Los niños se convierten de este modo -durante hora y media- en detectives en busca de unos sospechosos habituales muy particulares, los que hay en nuestro entorno. Y aprenden así cómo afectan a la salud.

Los peligros de la “banda de los alimentos”

Cuando están investigando, por ejemplo, a la banda de los alimentos, mediante una serie de fichas que han de rellenar, se explica a los niños los ingredientes de la alimentación procesada y sus efectos.

De manera didáctica conocen a diversos personajes. Está “La residuos”, mote que alude a los restos de pesticidas utilizados en buena parte de las frutas y verduras que ella usa como guarida.

Tisanas estación

En esa banda de los alimentos los chicos también pueden distinguir a “El aditivos” que es muy escurridizo en sus fechorías, ya que puede camuflarse con muchos disfraces distintos (el de aditivo conservante, el de colorante o el de edulcorante).

Y otro personaje es “La plásticos” que, a pesar de su apariencia inofensiva, a veces libera en la comida sustancias que pueden ser perjudiciales. Se oculta en muchas guaridas diferentes: en envases y botellas o en el barniz de recubrimiento de algunas latas de refrescos. Comete sus peores delitos bajo nombres en clave raros como ftalatos o bisfenol.

Fomento de la espontaneidad infantil

Y aquí es cuando la maestra de ceremonias del juego de detectives se ve interrumpida por los alumnos de 2º de Primaria del cole al que fui invitado. Uno de los niños levanta la mano y con espontaneidad infantil cuenta que su padre se quedó calvo por pasarse con la gomina en su juventud.

salud ambientalLa presencia de un adulto como yo no les intimida y otros narran sucesos parecidos. La profesora de los pequeños, que hasta ahora no había mediado, se ve obligada a hacerlo con una indisimulada sonrisa para que el juego continúe.

Como les explicó, la de los alimentos no es la única banda internacional que aprenden a investigar los pequeños detectives. Está también la de los sospechosos que se alojan en nuestros cuerpos. Por ejemplo, “El pringues”, llamado así porque se refugia en algunos productos de aseo personal como toallitas húmedas, lociones o gominas para el pelo como la que deja calvos a los papás.

Aparece en la escena el ruido

De pronto, mientras estos niños continúan aprendiendo cuáles son los peligros que acechan a la salud ambiental, un ruido ensordecedor ataca por un flanco del aula, el que reúne los ventanales que dan a la calle. Por ellos, entra la luz del día, pero también “La truenos”.

Ella usa el disfraz del ruido para llamar nuestra atención sobre sus distintas guaridas y escondrijos. Estos suelen ser muchos electrodomésticos de uso cotidiano. En este caso es un taladro que unos operarios utilizan para agujerear la pared del cole y así colocar unos toldos. El juego ahora es más real si cabe y por un momento todos los niños fijan su vista en los obreros ruidosos.

No hay que olvidar que esos niños que juegan hoy a ser detectives, serán claves en el día de mañana para que todos gocemos de una buena salud ambiental.

Gracias a todo ello los chicos conocen el término “salud ambiental” y exploran el entorno más inmediato. Observan así qué hábitos o qué productos pueden presentar un riesgo para la salud de las personas y el medio ambiente.

Con el juego de los detectives ambientales buscan soluciones y alternativas que promuevan hábitos saludables fáciles de entender y asumir. Y consiguen trasladar lo aprendido al ámbito personal para investigar luego su propio entorno y así mejorar su vida y la de los demás.

►► Una propuesta para jugar con sus nietos. Quizá mientras lee estas líneas esté pensando que ojalá los detectives del programa “Salud ambiental en la escuela” lleguen también al colegio de sus hijos o nietos. Sin duda sería toda una experiencia vital y formadora. Pero no se preocupe, que sus hijos o nietos pueden ir aprendiendo por su cuenta mientras juegan. Y usted con ellos.

Porque “Salud Ambiental en la escuela” también ha pensado en ello y ha adaptado alguno de sus talleres educativos al formato online. Así que le proponemos que juegue con sus hijos o nietos a algunas de las divertidas propuestas y misiones que han preparado, con las que se divertirán a la vez que aprenden eficaces estrategias para vivir en un mundo más saludable.

Puede acceder a estos juegos online en este enlace.


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