El estado físico de la persona es un mejor predictor del riesgo de sufrir sobrepeso que la genética. Así lo defiende al menos un estudio desarrollado conjuntamente por la Universidad de Michigan y el Hospital General de Massachusetts, ambas instituciones estadounidenses.
Publicada en JAMA Cardiology, la investigación determina que el índice de masa corporal (IMC) basal en la edad adulta puede explicar hasta el 52,3% de los IMC registrados 25 años después (siempre que ese dato se considere conjuntamente con la edad, el sexo y los antecedentes familiares de la persona).
Por el contrario, el riesgo genético combinado únicamente con las variables de edad y sexo puede explicar no más del 13,6% de los IMC registrados en la mediana edad.
La importancia de estas conclusiones reside en que una persona que achaca a la genética su tendencia a sufrir sobrepeso puede verse desmotivada. En consecuencia, se cuidará menos, una conducta que a largo plazo puede derivar efectivamente en sobrepeso.
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