La esteatosis hepática no alcohólica, también conocida como “hígado graso”, es una patología que se caracteriza por la acumulación de grasa en las células del hígado, pero que se da en personas que no abusan del alcohol. Por el contrario, parece estar más relacionada con trastornos de tipo metabólico.
Pues bien, los últimos estudios realizados han confirmado sin género de dudas que la dieta juega un papel clave en la esteatosis hepática. Así, se ha demostrado que las personas con obesidad tienen 3,5 veces más probabilidades de desarrollar esteatosis hepática(1). Y que, si ya se tiene esta dolencia, seguir una dieta dañina (con exceso de grasas saturadas, azúcares refinados y alimentos ultraprocesados) puede conllevar complicaciones tan graves como cirrosis, problemas cardíacos e incluso cáncer. ¡En solo unos años!
Pero la buena noticia es que seguir una dieta, en este caso sana y equilibrada para perder peso, también ayuda en caso de esteatosis hepática. Hasta el punto de que perder un 10% del peso corporal reduce la gravedad de la patología e incluso ayuda a que el hígado vuelva a su estado normal.
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