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Cómo afecta el calor al sistema cardíaco

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El calor afecta al sistema cardíaco de más maneras de las que imaginamos, lo que puede tener graves consecuencias sobre la salud. Le indicamos los principales problemas cardíacos asociados a las altas temperaturas, además de consejos para superar los días de más calor.

Ante las altas temperaturas, uno no puede evitar pensar en la cantidad de problemas de salud asociados al calor extremo: trastornos del sueño, agravamiento de enfermedades crónicas (como diabetes o artritis), problemas respiratorios, más crisis de alergias…

Y a todos ellos hay que sumar la cantidad de trastornos cardíacos asociados al exceso de calor.

Porque ya se sabe que las altas temperaturas bajan la presión arterial. Pero tras analizar a fondo lo que ocurre en el sistema cardíaco cuando el sol aprieta, uno llega a sorprenderse de lo realmente nefasto que es el calor para nuestro corazón.

Siga leyendo y lo comprenderá.

Así afecta el calor al corazón

De entrada, el aumento de las temperaturas hace que las venas y las arterias se dilaten, produciéndose una vasodilatación. Dicho de otro modo, aumenta el tamaño de los vasos sanguíneos, lo que hace que se incremente el flujo sanguíneo. Y esto tiene varias consecuencias.

Por un lado, aparecen (o se agravan) los síntomas de las varices y hay más riesgo de “pesadez de piernas”, trastorno por el que las piernas se hinchan y se experimentan hormigueos y calambres, en ocasiones bastante dolorosos.

Pero, por otro lado, ese mayor flujo sanguíneo hace que el corazón lata más deprisa. Y esto puede provocar desde palpitaciones leves hasta arritmias más severas, pudiendo incluso producirse un infarto. Sobre todo, en personas que ya padecen afecciones cardíacas, y que también tienen más riesgo de sufrir retención de líquidos, dificultad respiratoria…

Pero esto no es todo.

Cuidado con el “estrés térmico”

Con las altas temperaturas es más fácil que se produzca lo que se conoce como “estrés térmico”. Este puede definirse como un desajuste en la temperatura del cuerpo, ya sea por acumulación de calor o por pérdida excesiva del mismo. Lógicamente, en verano se debe a lo primero, y eso provoca una serie de síntomas: dolor de cabeza, debilidad, náuseas, calambres musculares, etc. Además, hace que se pierdan más sales minerales a través del sudor, lo que puede conllevar irritabilidad y pérdida de reflejos o temblores, entre otros efectos.

Pues bien, ese estrés térmico también afecta al sistema cardíaco. Y de varias maneras:

  • Aumentan las arritmias debido al mayor flujo sanguíneo a causa de la vasodilatación.
  • Se vuelven frágiles las “placas de arterioesclerosis”, que es una acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias que acaban adheridas a las paredes de las arterias. Ahora bien, cuanto más frágil sea esa placa por culpa del estrés térmico (debido a la inestabilidad de la arteria a causa del calor), más riesgo hay de que se desprenda un fragmento que acabe taponando el flujo sanguíneo. Y con ello aumenta la probabilidad de que se produzca un infarto o un accidente cerebrovascular (ictus).

Por último, aunque la deshidratación es un problema siempre vinculado a las altas temperaturas, también afecta al corazón de un modo muy concreto.

Tisanas estación

Y es que aumenta el riesgo de que se produzca la coagulación de la sangre (es decir, que se vuelva más espesa), lo que a su vez puede hacer que se formen trombos (tapones) que deriven en un infarto cardíaco.

Para evitar esto, mantenerse hidratado es clave. Hay que beber al menos un litro y medio de líquidos al día. Y puede ser agua, pero también frutas o verduras que sean ricas en ella, como por ejemplo la sandía.

Por el contrario, hay que evitar las bebidas azucaradas o el alcohol, ya que provocan justo el efecto contrario.

Otros consejos para mitigar las altas temperaturas

Además de beber abundante agua, incluso si no se tiene sed, es importante usar ropa amplia, ligera y de colores claros. Harán que sude menos, a diferencia de lo que muchas veces ocurre con las prendas más cortas, pero ajustadas.

Para mantener la casa fresca, deje las ventanas abiertas por la noche y ciérrelas por la mañana para que no entre el calor. Además, si tiene ventilador, rociarlo con un poco de agua antes de acostarse le ayudará a dar más frescor a la estancia. Y si puede usar sábanas de lino, que es un material muy transpirable y no se pega a la piel, mucho mejor para ayudarle a conciliar el sueño.

Y, por supuesto, evite las actividades físicas en las horas centrales del día. Y trate de permanecer en la sombra el mayor tiempo posible cuando el calor apriete y tenga que estar en la calle. Además, llevar un sombrero (mejor de paja) siempre es buena idea.

Como ve, en su mayoría son consejos de sentido común, pero que conviene tener siempre presentes. Especialmente ahora que sabe lo mucho que puede sufrir su corazón por culpa del calor.


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