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Clementina: la saludable fruta de curioso origen

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Los cítricos son uno de los tipos de frutas más consumidos en todo el mundo. Pero más allá de su sabor refrescante y dulce, también aportan innumerables beneficios para la salud.

Y entre las muchas variedades que existen (naranja, mandarina, limón…) la clementina ocupa un lugar especial por su aporte en vitaminas y su curioso origen.

Un fruto nacido de la hibridación y el azar

Casi todos los cítricos tienen en común, aparte de su alto aporte en antioxidantes, que son híbridos procedentes de la mezcla de varias frutas.

Por ejemplo, las distintas variedades de naranjas que existen, de las más dulces a las más amargas, surgieron a partir de las especies Citrus maxima, Citrus reticulata y Citrus medica.

Asimismo, se cree que la naranja comenzó a cultivarse en China y el sudeste asiático, desde donde se extendió a Europa a través de las rutas comerciales. Y gracias a que pudo adaptarse muy bien al clima mediterráneo, acabó convirtiéndose en una de las frutas más consumidas en todo el continente.

Por su parte, la mandarina tiene su origen en el sur de China, Japón y Vietnam. Es conocida porque tiene un sabor mucho más dulce que la naranja y, por qué no decirlo, porque resulta más fácil de pelar que sus “hermanas mayores”. Y esto la ha convertido en una de las frutas predilectas como tentempié, ya sea en el trabajo, mientras se hace senderismo…

Pero, ¿qué pasa con la clementina? La historia que hay detrás de este cítrico, también fruto de la hibridación, es un tanto peculiar.

Según se cuenta, su nombre se debe al padre Clément Rodier, quien a finales del siglo XIX dirigía un orfanato en la región de Orán (Argelia). Y en el jardín del orfanato descubrió un árbol salvaje que le intrigó muchísimo, pues no era un naranjo ni un mandarino.

Resulta que ese árbol, que hoy conocemos como “clementinero”, era un híbrido entre ambos frutales que ofrecía deliciosos cítricos. Pero a diferencia de otros que se habían cruzado expresamente para obtener frutas más o menos dulces, el clementinero fue fruto del azar. Se cree que fue el resultado de un cruce aleatorio entre el polen de un mandarino y el de un naranjo que había próximos.

Sorprendido por su sabor, más dulce en comparación con la mandarina clásica, el padre Clément replicó los injertos de este peculiar árbol, lo que dio origen al clementinero que hoy conocemos.

Los beneficios de la clementina

La clementina destaca por tener una piel fina y de fácil pelado, al igual que ocurre con las mandarinas. Mientras que su pulpa, jugosa y ácida, es más dulce que la de otros cítricos como la naranja.

Y prácticamente desde su origen, siguiendo la estela de los otros cítricos mencionados, ha sufrido hibridaciones que han dado lugar a sus distintas variedades.

Por ejemplo, la clementina Arrufatina destaca por un color naranja intenso y un sabor muy dulce. La clementina Marisol es más grande que otras variedades y la clementina Clemenules se considera la variante más dulce, además de la más fácil de cultivar.

Pero, ¿qué pasa a nivel nutricional?

En este sentido todas las variedades ofrecen un alto contenido en agua y en vitamina C, el antioxidante más potente que no falta en los cítricos. Además de en vitaminas del grupo B (esenciales para el metabolismo energético), vitamina E (que refuerza el sistema inmunológico) y vitamina K1 (clave para la coagulación sanguínea).

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Y respecto a los minerales que aporta, cabe destacar:

  • Zinc, que participa en el metabolismo.
  • Potasio, que regula la presión arterial y la función muscular.
  • Magnesio, fundamental para el sistema nervioso.
  • Manganeso, que ayuda en la formación ósea.
  • Hierro, esencial para el transporte de oxígeno en la sangre.
  • Fósforo, otro componente clave de los huesos y dientes.
  • Selenio, antioxidante que también apoya a la glándula tiroides.

Se ha demostrado que tomar entre 1 y 4 clementinas por semana ayuda a reducir el riesgo de varios cánceres del tracto digestivo, así como de la parte superior del sistema respiratorio.

Y en el caso de que tema “cansarse” por tomar tantas clementinas a la semana, ¿qué tal variar su presentación? Por ejemplo, con esta mousse.

Prepare esta receta de mousse supersencilla

Ingredientes (para 4 personas):

  • 5 clementinas
    • 2 hojas de gelatina
    • 2 cucharadas de azúcar glas
    • 1 cucharada de leche caliente
    • 2 claras de huevo
    • Sal

Elaboración:

Exprima las clementinas para extraer todo su jugo. Y al mismo tiempo ponga las hojas de gelatina en agua fría para que se vayan ablandando y después en leche caliente para que terminen de disolverse.

Por otro lado, añada el azúcar glas en un recipiente y bátalo bien. Incorpore la gelatina disuelta, mézclelo todo y añada el jugo de las clementinas, removiendo de nuevo.

En otro recipiente bata las claras de huevo hasta el punto de nieve y añada una pizca de sal. Y cuando esté a su gusto incorpore lentamente la mezcla a la preparación anterior, pero sin batir.

Deje que el resultado repose hasta obtener la consistencia deseada para verter la mousse en recipientes individuales. Y, por último, reserve en la nevera hasta el momento de servir.

¡Que aproveche!

Y hablando de frutas… ¿a quién no le gustan las fresas? Ahora bien, tras esa apariencia irresistible puede haber un secreto muy amargo, ya que son una de las frutas más contaminadas con pesticidas. Por ello, cabe preguntarse si es seguro comerlas o deberíamos renunciar a ellas.

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