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Alerta pesticidas: ¡calabacines con hasta 9 químicos distintos!

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En una alimentación saludable no deben faltar las frutas y las verduras, al ser fuente -entre otras sustancias- de vitaminas y minerales imprescindibles para el correcto funcionamiento del organismo.

Lamentablemente, en la inmensa mayoría de los cultivos actuales estos alimentos también destacan por ser ricos en unos “ingredientes” bastante menos saludables: los pesticidas.

Además, lo hacen en unas cantidades alarmantes. Su presencia es tan habitual que, para alertar al consumidor sobre el riesgo que entrañan para la salud, diversas organizaciones se han puesto manos a la obra y han elaborado guías que clasifican a las frutas y verduras según la concentración que tienen de esos químicos.

Una de ellas es la que ha elaborado recientemente PAN Europe (Red de acción de plaguicidas de Europa, por sus siglas en inglés). En ella se clasifican por colores las frutas y verduras procedentes de cultivos no ecológicos que se comercializan en la Unión Europea, según su concentración en pesticidas. (1) (2)

Está realizada a partir de los datos proporcionados por la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, por sus siglas en inglés) acerca de los residuos de pesticidas presentes en los alimentos. Y entre los fungicidas sobre los que se alerta se señala con especial preocupación al iprodion, al boscalid, a los ditiocarbamatos o al tebuconazol, al ser disruptores endocrinos.

Más adelante le desglosaré los alimentos que tienen una mayor concentración de estos químicos, pero antes conozcamos un poco más sobre estas sustancias tan dañinas para la salud.

Presentes en buena parte de la alimentación

Los disruptores endocrinos son unos compuestos químicos que interfieren en el sistema hormonal, lo que afecta considerablemente a la salud: dañan el sistema renal, hepático y nervioso (pueden alterar incluso el correcto desarrollo cerebral en los fetos); aumentan el riesgo de sobrepeso, alergias e intolerancias; reducen significativamente la fertilidad y, por último, están relacionados con numerosas patologías, incluidos cánceres hormonodependientes como el de mama y de próstata.

Sin embargo, pese a estos graves efectos, siguen utilizándose en buena parte de la agricultura industrial de la Unión Europea. Y eso que supuestamente se prohibieron hace más de una década, a raíz de los numerosos informes que alertaban de su riesgo para la salud. (3)

¿Cómo es posible?

La razón está en que muchas empresas del sector se amparan en los “umbrales de exposición segura”. Es decir, en los límites de esas sustancias tóxicas establecidos por las autoridades sanitarias y según las cuales, siempre y cuando no se superen, no entrañan riesgos para la salud.

En teoría…

Y es que recientes estudios han asegurado que, por baja que sea la concentración de estas sustancias, siempre entraña riesgos. Bien porque con el tiempo se acumulan en el organismo y todavía hay pocos análisis sobre sus efectos a largo plazo, bien por el denominado “efecto cóctel” -es decir, cuando actúan combinándose entre ellos, aunque sea en cantidades mínimas-. (4)

Una guía poco alentadora…

En la guía elaborada por PAN Europe se clasifican las frutas y verduras procedentes de cultivos no ecológicos según tres colores: rojo, amarillo y verde. Pero, contrariamente a lo que pudiera pensarse, las que aparecen en verde no significa que estén libres de pesticidas con disruptores endocrinos. Tan solo que tienen un porcentaje menor.

Esta es la clasificación completa:

Tisanas estación

  • En rojo, las que contienen al menos un 40% de disruptores endocrinos: canónigos, perejil, cerezas, peras, col rizada, melocotones, fresas y albaricoques.
  • En amarillo, las que tienen un porcentaje de entre el 10 y el 39%: moras, uvas de mesa, zanahorias, perejil, manzanas, lechuga, arándanos, ciruelas, apios, rábanos, frambuesas, espinacas, tomates, naranjas, kiwis, alubias con vaina, pimienta dulce y bananas.
  • En verde, las que tienen menos de un 10%: repollo, brócoli, ajo, arroz, berenjena, mandarinas, pepinos, coliflor, calabacines, mangos, cebollas, sandías, piñas y maíz.

Además, también se especifican cuántos tipos de disruptores endocrinos pueden estar presente en un mismo alimento…

Así es, “tipos”, en plural. Y es que en la agricultura intensiva es bastante habitual usar varios pesticidas diferentes para un mismo cultivo, llegando a casos sorprendentes como las cerezas y los melocotones, en los que puede haber hasta ¡7 y 9 fungicidas distintos, respectivamente!

Asimismo, se señala el origen de aquellos que contienen una mayor concentración de disruptores. Y lamento decir que la lista no nos deja en buen lugar, pues España aparece en varias ocasiones. Por ejemplo, en relación a los cultivos de col rizada (con un 74% de disruptores endocrinos), de apio (65%), de perejil (64%), de calabacines (29%) y de brócoli (15%).

Es una verdadera pena que todos estos alimentos, tan ricos en minerales, fibras y antioxidantes, puedan terminar ofreciendo más sustancias perjudiciales que beneficiosas para la salud…

¿Qué puede hacer usted?

La respuesta es obvia: apostar por frutas y verduras de cultivo ecológico, de temporada y de proximidad.

Y cuando tenga dudas sobre su origen o no le quede más remedio que comprar alimentos no ecológicos, tome las siguientes precauciones:

  • Evite las frutas y verduras de las listas roja y amarilla.
  • Lave bien esas frutas y verduras al llegar a casa.
  • También puede quitarles la piel, ya que ahí es donde suele haber una mayor concentración de estos químicos.

Sin embargo, esto último no suele ser suficiente, ya que muchas de esas sustancias tóxicas consiguen atravesar la capa externa.

Además, en ocasiones los principales nutrientes se encuentran en la piel, como por ejemplo ocurre con la quercetina (un potente antioxidante) de la manzana, la cebolla morada, la achicoria, las ciruelas, las uvas y las bayas en general, destacando los arándanos. En estos casos, por tanto, al quitarles la piel también se estaría privando de muchos de sus beneficios.

De ahí que la mejor solución, como le he comentado, pase por alejarse de cualquier producto procedente del cultivo intensivo.

¡A su salud!


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