Fue Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química de 1977, quien descubrió las “estructuras disipativas”. (1)
Una estructura disipativa es un sistema capaz de transformar la energía perdida, “disipada”, y ponerla al servicio de un proyecto organizado, lo que conduce a la creación de una forma ordenada.
Así, por ejemplo, el reino vegetal terrestre es una inmensa estructura disipativa: explota una parte de la energía del sol que, de lo contrario, se desvanecería en el universo.
Esta energía impacta en la tierra y permite la fotosíntesis: gracias a la energía solar los vegetales transforman en materia viva el CO2 presente en el aire, el agua y en los minerales de los suelos y del agua del mar.
De este modo se desarrolla una flora increíblemente rica, incluyendo desde las más pequeñas flores al baobab gigante, pasando por el plancton marino, las algas, las bayas, los cereales y los frutos.
Este reino vegetal, a su vez, es explotado por otras estructuras disipativas: el reino animal, el córtex cerebral (cerebro) y la civilización humana.
De hecho, los seres humanos utilizan la energía perdida de la naturaleza. El fuego, por ejemplo, surgió por azar, de los volcanes o los rayos. Aprendiendo a dominar el fuego, los hombres han utilizado esta energía para calentar sus cuevas, cocinar sus alimentos y forjar los metales.
Más tarde aparecieron las máquinas a vapor, la electricidad y la fisión nuclear.
Paso a paso, las estructuras disipativas terminan creando sistemas tan complejos como los smartphones, la bomba atómica… ¡y las pirámides de Egipto, la V Sinfonía de Beethoven o la Capilla Sixtina!
Todo ello a partir de energía producida aparentemente para nada por el Sol:
Su cerebro es una estructura disipativa especialmente potente.
Opera con la energía difusa de los entornos en los que se encuentra; una energía que parte del Sol, después pasa a los alimentos y, por último, llega al sistema digestivo. El cerebro convierte esa energía en energía psíquica (influjos nerviosos en el cerebro) para sentir, pensar, solicitar acciones al cuerpo y estructurar el entorno.
El cerebro es capaz de crear el orden y, potencialmente, joyas tecnológicas u obras de arte de una complejidad fuera de lo común.
Pero por supuesto, como todo sistema complejo, el cerebro humano puede permanecer también en un estadio yermo, estéril y desorganizado, incluso perjudicial.
Puede ser como un poderoso río que irriga las tierras fértiles y hace brotar culturas, jardines, ciudades y monumentos. Pero también puede ser como un impetuoso e incontrolado torrente montañoso que destruye todo a su paso.
En el primer caso, usted es el dueño de sus pensamientos y emociones:
La expresión “estrategia transformadora” fue creada por el psiquiatra George Vaillant en oposición a la idea de “estrategia regresiva”.
Adoptar una estrategia transformadora consiste, en caso de problema o accidente, en ajustar los objetivos a las nuevas restricciones y fijarse un nuevo fin realista, así como retomar tan pronto como sea posible la construcción, el avance y el progreso.
Esta capacidad de resiliencia, de acuerdo con la expresión consagrada por Boris Cyrulnik, le ofrecerá una felicidad auténtica y duradera, tanto ante los éxitos como en las adversidades.
En el segundo caso, en el que sus pensamientos son como torrentes salvajes que destruyen todo a su paso, usted se convierte en una víctima de sus emociones:
Si usted ha vivido episodios similares o se siente más identificado con el segundo caso, le invito a que siga leyendo. Está a punto de descubrir la fuerza de las estructuras disipativas en su cerebro para instalar en su mente el orden en lugar del caos.
Podrá convertir el torrente salvaje de su energía psíquica incontrolada en un tranquilo y poderoso río que le devuelva al camino del progreso y la felicidad.
Los elementos que siguen a continuación son extractos del trabajo del gran psicólogo de origen húngaro (y nombre impronunciable) Mihály Csíkszentmihályi, que dedicó toda su vida a comprender la importancia de canalizar los pensamientos para encontrar el equilibrio y la felicidad.
Mihály Csíkszentmihályi explica que nuestro cerebro es una estructura disipativa capaz de dibujar una lógica del caos que nos rodea en el universo, así como de poner esa lógica al servicio de nuestros objetivos, nuestro progreso y nuestra felicidad.
Según él, nuestro equilibrio interior y nuestra capacidad de crecimiento dependen de nuestra aptitud para convertir los hechos o acontecimientos neutros o destructores en elementos positivos.
Imagine que usted es un empleado de banca de 45 años y que de un día para otro pierde su trabajo.
Ante una situación como esa, algunas personas se callarán, se irán a su casa y se deprimirán. Dejarán de levantarse por las mañanas, entrarán en cólera contra sus familias y amigos, contra el mundo en general. Así es como comienza el hundimiento, y algunos puede que incluso terminen buscando refugio en la bebida o algún otro tipo de adicción.
Por supuesto, ya habrá reconocido en este ejemplo la estrategia regresiva.
Otras personas, sin embargo, se harán cargo de la situación. Incluso aprovecharán la ocasión para evolucionar profesionalmente hacia donde deseaban desde hacía tiempo.
Se moverán y comenzarán a formarse de nuevo con cursos y actividades que los llevarán a ampliar su círculo de amistades y relaciones profesionales.
Después de varios años, aquel despido no será recordado en su vida como una tragedia, sino como un punto de inflexión que le permitió experimentar vivencias más enriquecedoras. Por supuesto, estas personas han seguido una estrategia transformadora.
Con mucha frecuencia ambos tipos de estrategia se combinan. La persona que experimenta un gran contratiempo entra primero en cólera, cometiendo un error, y es al cabo de varios días cuando la calma regresa y pasa a examinar el problema serenamente, en busca de soluciones constructivas.
La capacidad de resiliencia es lo que los seres humanos más admiran de los demás.
Alguien que sólo conoce el éxito en la vida no es una persona reconocida y admirada. Al contrario. En todas las civilizaciones a quien no ha vivido más que acontecimientos felices, sin nunca haber tenido que enfrentarse a la adversidad, se le considera una persona incompleta, que no ha demostrado su valía.
Todos los mitos fundacionales de las civilizaciones reposan sobre la misma lógica: la epopeya de Gilgamesh, las aventuras de Edipo, los doce trabajos de Hércules, la Odisea de Ulises, los caballeros de la Mesa Redonda a la búsqueda del Santo Grial…
Se trata siempre de una persona que se enfrenta a peligros representados en forma de monstruos, esfinges, hidras, cíclopes, sirenas, magos o dragones.
Utilizando todos los recursos que le permiten su astucia, habilidad y valentía, se las arregla para sortear o superar todos los peligros. Y, gracias a estas pruebas, demuestra su valor y pasa a ser considerado un héroe.
Habitualmente los dioses le permiten entonces volver a casa y, por norma general, ser coronado rey (Edipo, Ulises, el Rey Arturo…).
Pero más allá de los mitos, en Esparta, en la Antigua Grecia, los niños debían superar satisfactoriamente pruebas físicas basadas en el frío, el dolor y la soledad para llegar a ser considerados ciudadanos de pleno derecho.
Y en numerosas culturas tribales los ritos de iniciación y de paso a la vida adulta incluyen escarificaciones (incisiones voluntarias en la piel realizadas con una cuchilla y con fin decorativo), el contacto con el fuego y las brasas…
Y ya en la vida real, en el día a día, miles de personas demuestran a diario su “valía” cuando:
De esa materia es como se va tejiendo la tela que visten los héroes. De eso trata precisamente el célebre poema “Serás un hombre, hijo mío”, de Rudyard Kipling, en que un padre insta a su hijo a mantenerse firme, a confiar en su valor, a levantarse tras caer y a mantener la voluntad cuando todo flaquea alrededor. (2)
Es importante que tome conciencia de que su espíritu tiene toda la potencia y capacidad de una estructura disipativa. Está diseñado para ayudarle a afrontar las pruebas más duras. ¡Sírvase de su fuerza!
¿Ha vivido usted una experiencia similar, en la que se ha visto sorprendido por su propia fortaleza interior a la hora de afrontar un revés de la vida? Estoy seguro que sí, al fin y al cabo todos somos héroes de nuestra propia historia. Le invito a compartir su experiencia dejando su comentario un poco más abajo. Con ello seguro que ayudará a muchas personas que en este momento están atravesando momentos difíciles.
Fuentes:
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Mientras volvía a retomar mis estudios luego de más de dos años por no tener medios económicos y estar amamantando a mi primer y único hijo, me ocurrió lo más terrible que me ha pasado el dolor más grande de mi vida que fue perder a mi hermana, mi amiga del alma mi todo. Con mucho apoyo de mi pareja y familia entre todos tratando de salir adelante hasta los casi seis meses el segundo dolor más grande fue él. Mi pareja y padre de mi hijo murió en un accidente instantáneamente.
Después de todas las etapas y resiliencia que viví y aprendí debo decir que cada nuevo día y cada levantarse en la mañana se lo debo a mi hijo. Debemos buscar algo que amemos para que eso nos genere la energía que nos falta a veces y verlo todo como un aprendizaje. A veces más duros que otros.
Bueno, todavía estoy en fase de recuperación, pero puedo decir que lo que he conseguido hasta ahora me llena de satisfacción.
A los 21 años me diagnosticaron esquizofrenia paranoide, primer brote. Unos años después, otra psiquiatra cambió el diagnóstico por «trastorno bipolar´». Más adelante, cuando mi cuarto ingreso en el hospital psiquiátrico, volvieron a considerar la esquizofrenia, mitigada en un trastorno esquizoafectivo. Mientras tanto, durante todos esos años de tratamiento, conseguí licenciarme en Filología Hispánica, cursar un máster en Formación de Profesores de Español como Lengua Extranjera y hacer un posgrado en Relaciones Internacionales. Además, me casé, tuve dos hijos muy sanos y he ido trabajando como profesor y traductor y como administrativo (ocho horas al día durante dos meses ganando mucho dinero, pero no se lo deseo a nadie).
Ahora vivo en mi propio piso de alquiler con mi familia, tomo la medicación regularmente, visito a otro psiquiatra, tomo Flores de Bach y me hago reiki, porque tengo el nivel 2 de esta disciplina. Escribo cuentos, poesía y canciones. No soy del todo feliz, pero estoy bien. Todavía debo encontrar mi sitio en el mundo, como la mayoría de todos nosotros. Olvidaba que he plantado más de un árbol y he publicado un libro de poemas (¡cumplí con el adagio japonés!).
Todo ello lo he conseguido por no haber creído nunca en ninguno de los diagnósticos sino más en mí mismo, en mi realidad fundamental, que soy una persona sensible, compleja y en cambio constante – como tanta gente -, enfrentada a una sociedad enferma, por lo que resulta muy difícil no padecer algún tipo de dificultad. Pero sigo confiando en que dejaré de medicarme pronto y desmentiré lo que unos médicos dictaron, con arreglo a sus puntos de vista.
Muchas gracias por la oportunidad de exponer mi historia.
Un saludo a todos.
Un aplauso, Lluis M. y gracias por contar tu historia. Hay muchas personas inseguras por culpa de diagnósticos erróneos o emitidos por «descarte». La confianza en uno mismo es primordial.
Qué maravilla¡¡¡¡¡ que artículos más interesantes nos ponéis en camino de ser sabios. GRACIAS❤❤❤
Me gusta mucho las informaciones que nos dan.
Los héroes son aquellas personas que a pesar de las circunstancias nunca abandonan y sacan lo mejor de sus capacidades para hacer de las adversidades una forma de aprender y enriquecerse. Todos podemos ser héroes y tener admiración y respeto por si mismos
Muchas gracias por vuestros artículos. Mucha de las cosas que nos ponéis las he experimentado en primera persona. Tengo LES, soy alérgica asmática, tengo el virus de la hepatitis C, intolerante a la lactosa y al ácido acetil salicílico. Hace casi 6 años me diagnosticaron el lupus y fue entonces cuando abandoné la SS y desde ese momento he ido mejorando a base de medicina natural guiada por un Iridólogo y alimentación muy, pero que muy sana.
Un saludo y gracias otra vez.
Falleció mi marido y creí que jamás volvería a ser la misma. Un año después aún no había salido de ese gran agujero en el que te introduce el dolor. Teníamos un pequeño jardín que mi marido trabajaba y lo tenía preciosamente bonito; cuando él se fue yo me quedé sin fuerza ni ganas para nada, me limité a regar ese jardín pero me daba igual si se perdía o si no. Ahora, veinte meses después de aquella fatídica fecha estoy decidida a que su obra permanezca; lo he podado, he puesto abono, arreglado el césped, añadido plantas… Creo que no estoy sola y que, de alguna manera, mi marido me ayuda.
Hola bueno y tuve una época un poco mala me hicieron bullying en el instituto por el acné, por mi ropa y lo peor fue cuando se murió mi abuelo, el año siguiente se murió mi tío y después me entere que mi madre hace 8 o 9 años que mi madre estaba muerta me afecto muchísimo porque nunca se me había muerto ningún familiar.
Después de eso también me trataron psicológicamente padecí de anorexia más grave de la que tenía antes pero al final todo salió bien porque ahora soy feliz de verdad porque me enseñaron que nadie me puede decir como tengo que ser y me acepto tal como soy.
Me alegra mucho encontrar este tipo de escritos que me permiten enriquecer mis conocimientos sobre temas muy relevantes en nuestra vida diaria.
El conocimiento nos hará libres de la ignorancia, muchas gracias.
Es impactante lo que debemos afrontar en esta vida, la muerte de un ser querido, sufrir unas enfermedades que nos imponen, yo tengo a mi marido con esclerosis múltiple, y nos iba bien, aunque siguiendo los consejos de la medicina nos llevó a una situación difícil, decidimos tener un hijo, era todo en nuestra vida, su desarrollo normal, sus primeras palabras, sus miradas largas y transmisores de pensamiento. A partir de los 20 meses más o menos, después de su vacuna todo cambió, dejo de hablar, caminaba con dificultad, se golpea la cabeza contra la pared, se lástima, se tira horas mirando la luz de la bombilla, se perdió, ahora tiene 9 años, mi hijo del alma, y quiero ayudarle, le doy todo orgánico, sin gluten sin lactosa, ahora que ha aprendido a leer intento comunicarme con él , aunque parece que solo lee yo pienso que más allá entiende y comprende, seguimos con la lucha, me encantó el artículo, con héroes de verdad.
Me da la sensación que lo que le ocurrió a tu hijo fue como consecuencia de la última vacuna??!!! Te recomiendo que te pongas en contacto con el Dr. Andreas Kalcker. Búscalo por internet. Te ayudará mucho en este proceso. Él lo trata.
Un saludo,
Yasmin
Contraje la enfermedad de Crohn con 22 años. Durante mi vida laboral he sufrido 5 operaciones con un total resecado de 2.5 m de intestino. En mi trabajo eran corrientes los desplazamientos prolongados de mi lugar de residencia habitual. El estrés propio del trabajo, la alimentación inapropiada por el hecho de tener que comer a base de restaurantes y no precisamente de alto nivel, no favorecían en nada el control sobre mi enfermedad.
¿Saben Uds. cual era mi actitud ? Tirar para adelante, con inmunosupresores corticoides y toda la parafernalia que la medicina tradicional me dispensaba después de haberme pasado por la mesa del quirófano. A eso creo que es lo que se le puede definir como Estrategia transformadora. Sin más remedio, era padre de familia con esposa y dos hijos.
Apreciados Amigos, muy complacido les saludo:
Muchas Gracias por estas Magnificas Enseñanzas, las encuentro sumamente Productivas, Útiles y Grandiosas; puede que aparentemente NO sean fáciles de llevar a la práctica, pero de esto de trata la Templanza, el Valor, la Resilencia y la Grandiosidad del Humano
Adelante con estos Mensajes Motivantes
Abrazos de Luz, Abundancia, Salud, Paz, Prosperidad, Amor, Riqueza y Armonía:
Pedro E. Servidor y amigo
Soy Rafael no me considero nada más que hombre, cristiano católico creyente y practicante, a dios se lo debo todo, en 2004 sufrí una depresión brutal y los médicos me dieron por que había llegado el fin. Le pedí a dios me curase para poder cuidar de mi mujer.
Hoy en 2.017 voy a cumplir 88 años he sido empleado de banco 40 años, soy contable, delineante proyectista y ajustador mecánico y a mis 88 años además de cuidar a mi mujer pinto al óleo, escribo en internet tengo un blog estudio el alfabeto de sordo mudos y hago gimnasia tres veces por semana en un gimnasio y tres veces por semana por mi cuenta. Todo gracias a dios
Me llamo Jose y siempre he hecho mucho deporte. Corro desde hace ya más de 15 años un maratón al año y varias carreras más cortas. Este próximo 18 de marzo hará 3 años que me implantaron un marcapasos porque mi corazón se paraba varias veces al día. Después de todo un duro proceso de aceptación que por supuesto no fue nada fácil, puedo decir que gracias a él puedo seguir haciendo mi vida normal, y haciendo una de las cosas que más me gusta en la vida que es hacer deporte. Así que desde entonces, e insisto, gracias a él puedo seguir corriendo mis maratones por Europa como lo estaba haciendo hasta entonces. En fin… que se prepare en maratón de Estocolmo que en junio voy a por él.
Muchas gracias y ánimo a todas las personas que sufren un contratiempo importante en sus vidas y son capaces de adaptarlas, y que nos acompañen como algo más de nuestra vida.
En la separación de mis padres se produjeron circunstancias anómalas a las que no estábamos acostumbrados. Mis padres empezaron a tirar de sus hijas. Somos 3 niñas. Una se fue con mi padre, otra con mi madre. Y yo no quise participar en tomar partido por ninguno de los dos. Estoy orgullosa de aquella decisión porque era un problema del matrimonio, no de las hijas. Y la alianza que obtuvieron con sus hijas sólo agravó la situación de separación entre toda la familia.
Me he quedado sola por no participar a favor de ningún progenitor, pero volvería hacerlo otra vez. Estoy sola pero con la conciencia tranquila. Me siento interiormente honesta y justa conmigo y con mis padres. Sé que hice lo correcto ya que no había malos tratos, ni nada que fuera denunciable o ilegal entre ellos, y por eso no pude tomar partido por ninguno de los dos.
FATIMA LA HILANDERA . La cadena de experiencias siempre nos llevan a algo mejor.
Una vez, en una ciudad del lejano Occidente, vivía una joven llamada Fátima. Era la hija de un próspero hilandero. Un día, su padre le dijo:
– Ven, hija: haremos una travesía, pues tengo negocios que hacer en las islas del mar Mediterráneo. Tal vez tú encuentres a un joven atractivo, de buena posición, que podrías tomar por esposo.
Se pusieron en camino y viajaron de isla en isla, el padre haciendo sus negocios mientras Fátima soñaba con el esposo que pronto podría ser suyo. Pero un día, cuando estaban en camino a Creta, se levantó una tormenta y el barco naufragó.
Fátima, semiconsciente, fue arrojada a una playa cercana a Alejandría. Su padre había muerto y ella quedó totalmente desamparada.
Podía recordar sólo vagamente su vida hasta entonces, ya que la experiencia del naufragio, y el haber estado expuesta a las inclemencias del mar, la habían dejado completamente exhausta.Mientras vagaba por la arena, una familia de tejedores la encontró. A pesar de ser pobres, la llevaron a su humilde casa y le enseñaron su oficio. De esta manera, ella inició una segunda vida y en el lapso de uno o dos años volvió a ser feliz, habiéndose reconciliado con su suerte. Pero un día, estando en la playa, una banda de mercaderes de esclavos desembarcó y se la llevo, junto con otros cautivos.
A pesar de lamentarse amargamente de su suerte, no encontró ninguna compasión por parte de ellos, quienes la llevaron a Estambul y la vendieron como esclava.
Por segunda vez, su mundo se había derrumbado. Ahora bien, sucedió que en el mercado había pocos compradores. Uno de ellos era un hombre que buscaba esclavos para trabajar en su aserradero, donde fabricaba mástiles para barcos. Cuando vio el abatimiento de la infortunada Fátima, decidió comprarla, pensando que de este modo, al menos, podría ofrecerle una vida un poco mejor que la que habría de recibir de otro comprador.
Llevó a Fátima a su hogar, con la intención de hacer de ella una sirvienta para su esposa. Pero cuando llegó a su casa, se enteró de que había perdido todo su dinero al ser capturado un cargamento por piratas. No podía afrontar los gastos que le ocasionaba tener trabajadores, de modo que él, Fátima y su mujer quedaron solos para llevar a cabo la pesada tarea de fabricar mástiles.
Fátima, agradecida a su empleador por haberla rescatado, trabajó tan duramente y tan bien, que él le dio la libertad y ella llegó a ser su ayudante de confianza. Fue así como llegó a ser relativamente feliz en su tercera profesión.
Un día, él le dijo:
– Fátima, quiero que vayas a Java, como mi agente, con un cargamento de mástiles; asegúrate de venderlos con provecho.
Ella se puso en camino, pero cuando el barco estuvo frente a la costa china, un tifón lo hizo naufragar y, una vez más, se vio arrojada a la playa de un país desconocido. Otra vez lloró amargamente, porque sentía que en su vida nada sucedía de acuerdo con sus expectativas. Siempre que las cosas parecían andar bien, algo ocurría, destruyendo todas sus esperanzas.
– ¿Por qué será – exclamó por tercera vez- que siempre que intento hacer algo, se malogra? ¿Por qué deben ocurrirme tantas desgracias?
Pero no hubo respuesta. De manera que se levantó de la arena y se encaminó tierra adentro.
Ahora bien, sucedía que nadie en China había oído hablar de Fátima ni sabía nada de sus problemas. Pero existía la leyenda de que un día llegaría allí cierta mujer extranjera, capaz de hacer una tienda para el emperador. Y puesto que en aquel entonces en China no existía nadie que pudiera hacer tiendas, todo el mundo esperaba el cumplimiento de aquella predicción con la más vivida expectativa.
A fin de estar seguros de que esta extranjera, al llegar, no pasara inadvertida, los sucesivos emperadores de China solían mandar heraldos una vez por año a todas las ciudades y a todas las aldeas del país, pidiendo que cada mujer extranjera fuera llevada ante la Corte.
Fue justamente en una de esas ocasiones cuando Fátima, agotada, llegó a una ciudad costera de China. La gente del lugar habló con ella por medio de un intérprete, explicándole que tenia que ir a ver al emperador.
– Señora – dijo el emperador cuando Fátima fue llevada ante él – ¿sabéis fabricar una tienda?
– Creo que si – dijo Fátima.
Pidió sogas, pero no las había. De modo que, recordando sus tiempos de hilandera, recogió lino y fabricó las cuerdas. Luego pidió una tela fuerte, pero los chinos no tenían la clase de tela que ella necesitaba. Entonces, utilizando su experiencia con los tejedores de Alejandría, fabricó una tela resistente para hacer tiendas. Luego vio que necesitaba los palos para la tienda, pero no existían en el país. Entonces, Fátima, recordando cómo había sido enseñada por el fabricante de mástiles en Estambul, hábilmente hizo unos sólidos palos. Cuando estos estuvieron listos, se devanó los sesos tratando de recordar todas las tiendas que había visto en sus viajes; y he aquí que una tienda fue construida.
Cuando esta maravilla fue mostrada al emperador de China, le ofreció a Fátima dar cabal cumplimiento a cualquier deseo que ella expresara. Ella eligió establecerse en China, donde se casó con un atractivo príncipe, y donde, rodeada por sus hijos, vivió muy feliz hasta el fin de sus días.
Fue a través de estas aventuras como Fátima comprendió que lo que había parecido ser, en su momento, una experiencia desagradable, resultó ser parte esencial en la elaboración de su felicidad final.