Reciba nuestro e-letter gratuito

La papaya y el “milagro” de Juan Pablo II

Compartir

Todo comienza con el profesor Luc Montagnier, que como quizá usted ya sepa recibió el Premio Nobel de Medicina en 2008 por sus descubrimientos sobre el virus del sida.

Experto en virología, conoce mejor que nadie la habilidad de los virus para inducir estrés oxidativo. Y es que los virus que se instalan en las células impiden que las mitocondrias (nuestras “fábricas” de energía, por así decirlo) funcionen normalmente.

En ese momento las mitocondrias empiezan a fabricar gran cantidad de radicales libres o, lo que es lo mismo, moléculas peligrosas que oxidan las proteínas de la célula y los lípidos (grasas) de la pared celular, empujándolas al envejecimiento y a la muerte por apoptosis.

En los enfermos de sida el estrés oxidativo es tal que los pacientes pueden llegar a envejecer prematuramente varias décadas. Pero el estrés oxidativo también interviene en muchas otras enfermedades, como por ejemplo cáncer, enfermedades cardiovasculares, artrosis, alzhéimer, párkinson…

Precisamente por ello en la lucha contra la enfermedad el profesor Montagnier ha dado desde siempre una importancia capital a las diferentes sustancias antioxidantes que existen.

En este sentido, en un viaje que realizó a Estados Unidos en 2002 tuvo conocimiento de dos antioxidantes excepcionalmente potentes: el glutatión y el extracto de papaya fermentada.

El azar quiso que a su regreso fuese invitado a una conferencia en Roma, incluyendo en su agenda una visita al papa Juan Pablo II.

 

La enfermedad de Parkinson, ligada al estrés oxidativo

Quizá recuerde que Juan Pablo II padecía párkinson, una enfermedad que entraña un fuerte estrés oxidativo en todos los órganos y sistemas corporales y que ya había dado la cara cuando el profesor Montagnier le visitó.

Este, como buen médico, ofreció al Papa una bolsita que contenía cierta cantidad de los dos productos que acababa de descubrir (el glutatión y el extracto de papaya fermentada). En concreto, le dio la cantidad suficiente como para seguir un mes de tratamiento, y asimismo le dio instrucciones precisas y una carta dirigida al médico del pontífice.

¿Hizo algo mal el pobre profesor Montagnier? Claro que no, y sin embargo desde el día siguiente la prensa comenzó lo que acabaría convirtiéndose en un auténtico linchamiento mediático, en el que el doctor fue acusado de haber dado un “elixir de juventud” al Papa y de promover las medicinas “irracionales” (las mismas que la actual campaña de difamación contra la medicina natural ha bautizado como “pseudociencias”).

Linchamiento mediático

El profesor Montagnier intentó explicar que “no se trataba de medicamentos, sino de complementos alimenticios capaces de mejorar notablemente la salud si se tomaban como acompañamiento al tratamiento prescrito por el médico”. Pero no valió para nada.

El escándalo solo se agravó más y más, y pronto Montagnier fue acusado de poseer intereses financieros en la industria de los antioxidantes (lo que, por supuesto, era falso). De hecho, según insinuaron los medios de comunicación, aquel incidente con el Papa no había sido sino una estrategia de marketing para conseguir ventas de extracto de papaya.

Por culpa de la exageración de la prensa deformando la verdad, muchas personas terminaron asociando inevitablemente la imagen del profesor Montagnier a la de un charlatán que solo quería enriquecerse.

Incluso las autoridades sanitarias acabaron por entrar al ruedo: en 2005 la Afssa, la agencia del medicamento de Francia, país de origen de Montagnier, publicó un informe subrayando que la promoción del extracto de papaya fermentada “debía apoyarse en una base científica rigurosa y legítima”. Un ataque velado -pero durísimo- contra un hombre que apenas unos años más tarde ganaría un Nobel en reconocimiento a su trabajo.

Los pequeños “olvidos” de la prensa

 Lo que los periodistas casualmente “olvidaron” mencionar es que el profesor Montagnier también había recomendado al Papa la toma de glutatión (el antioxidante más poderoso del cuerpo). ¿Era acaso un término demasiado científico, demasiado difícil de ridiculizar?

Asimismo, olvidaron precisar que la presencia de estrés oxidativo en la enfermedad de Parkinson había sido demostrada tiempo antes, por lo que por tanto resultaba completamente lógico recurrir a productos de marcado efecto antioxidante.

Tisanas estación

¿Despiste? ¿Casualidad?

Recuperación increíble

Después de su encuentro con Montagnier, a finales de julio de 2002, el papa Juan Pablo II reapareció en las Jornadas Mundiales de la Juventud en Toronto en tan buen estado como no se le había visto en mucho tiempo. Para sorpresa de todos, hablaba con total claridad e incluso había dejado de temblar.

Fue ahí cuando los medios se apresuraron a cambiar su versión y empezaron a decir que el extracto de papaya había curado el párkinson al Papa, lo cual era tan incorrecto como todo lo que se había dicho hasta entonces. En realidad, lo que hizo aquella combinación de sustancias fue reducir el estrés oxidativo propio del párkinson, no curar la enfermedad.

Llegados a ese punto, el profesor Montagnier expresó una opinión mesurada que, por supuesto, nadie atendió. Sin embargo, la encontramos en ese libro del que le hablé al comienzo, publicado seis años más tarde, y cuya lectura por supuesto le recomiendo.

Esta mejoría [de Su Santidad el Papa], ¿fue resultado directo de mi tratamiento? Siempre he dicho que podría ser el caso, aunque no puedo afirmarlo con certeza. Han podido ser los antioxidantes, el cielo, un milagro, otro tratamiento…”

Precisemos que el profesor Montagnier es agnóstico. No es ningún “iluminado”. No obstante, su larga carrera como médico e investigador le ha enseñado que en la medicina y la salud los fenómenos inexplicables son algo corriente, por lo que resulta indispensable tener amplitud de miras y una mente abierta.

Tal actitud requiere gran valentía, especialmente en una época como la actual, en la que se exigen respuestas simples a cada pregunta. Y en la que salirse del pensamiento científico único supone exponerse a ser condenado al ostracismo.

Gracias, profesor Montagnier, por su tolerancia y su perspectiva, así como por sus aportes tanto a la medicina como a nuestra salud.

¡A su salud!

Luis Miguel Oliveiras

 

Imágenes:

Eric Draper – whitehouse.gov. Wikimedia Commons.


Comentarios 2 comentarios