Estamos a punto de cerrar la lista de destinatarios del próximo número de Los Dossiers de Salud, Nutrición y Bienestar, que se envía a principios de cada mes.
Cerramos el listado de envíos de este Dossier el día 3 de julio, para asegurarnos de que el envío de ejemplares se realiza sin contratiempos.
Si desea apuntarse y recibirlo usted también, debe hacerlo cuanto antes y, como máximo, antes de las 23:59 horas del próximo viernes día 3 de julio. Pasada esa hora, será demasiado tarde.
Este número de Los Dossiers trata de una enfermedad que ha venido acaparando titulares en los medios de comunicación españoles desde hace meses: la hepatitis.
En realidad, la hepatitis que ha ocupado portadas ha sido una muy concreta, la hepatitis C. Y no es para menos. Y es que la hepatitis C, una enfermedad potencialmente muy grave (se le atribuyen unas 10.000 muertes al año en España y la mitad de los trasplantes de hígado que se realizan), por fin tiene cura en un alto porcentaje de los casos gracias a antivirales de nueva generación. Estos fármacos tienen un coste elevadísimo y han estado de continua actualidad desde que se aprobó su uso en España hasta que el Ministerio de Sanidad ha aprobado una cuantiosa partida para financiar los tratamientos de los enfermos.
Entonces, ¿por qué un Dossier sobre la hepatitis?
Muy sencillo.
Así que, como sin duda coincidirá conmigo, este Dossier es de un valor incalculable para muchos miles de personas que sufren hepatitis B y C.
El hígado es el órgano más grande del cuerpo. En un adulto pesa aproximadamente un kilo y medio y tiene el tamaño de un balón de fútbol. Realiza importantísimas funciones: purifica la sangre, produce la bilis (esencial en la digestión), almacena energía en forma de azúcar, y también almacena hierro, cobre, vitaminas A, B y D, produce albúmina y otras proteínas fundamentales en la coagulación de la sangre, actúa como filtro depurador eliminando todo lo que nos sobra para que no se acumule en el organismo… Como comprenderá, para mantener la salud, es esencial tener un hígado saludable.
La mala alimentación, el abuso de alcohol, el tabaco, el sobrepeso o la falta de ejercicio van minando la salud del hígado. Y también pueden hacerlo ciertos virus.
Y aquí llegamos a la hepatitis.
La hepatitis es una inflamación del hígado que tiene como consecuencia la destrucción de hepatocitos, que son las principales células del hígado. Puede tener su origen en una infección (virus, bacterias…), ser de origen inmunitario (por ejemplo, la hepatitis autoinmune…) o tóxico (provocado por el alcohol o ciertos fármacos). Si la inflamación es reciente (menos de seis meses), se llama hepatitis aguda; y si se prolonga durante más de seis meses, se convierte en una hepatitis crónica.
Y ahora voy a presentarle a dos de los virus que causan los dos tipos de hepatitis más problemáticas y complicadas:
Esta especie de coliflor es el virus que causa la hepatitis B, perteneciente a la familia Hepadnaviridae.
Se transmite por la sangre, por los fluidos sexuales que entran en contacto con la sangre tras mantener relaciones sin protección, o al inyectarse drogas ilegales por vía intravenosa con jeringuillas contaminadas. Los tatuajes y piercings realizados con instrumental contaminado también pueden ocasionar una infección, e incluso compartir el cepillo de dientes o la cuchilla de afeitar con una persona infectada. También se transmite de madre a hijo durante el parto.
La mayoría de los adultos infectados están enfermos durante un periodo breve de tiempo (la mitad de ellos ni siquiera presenta síntomas) y su cuerpo logra deshacerse del virus de forma natural, quedando además inmunizados. Sin embargo, en un porcentaje significativo de casos la hepatitis se convierte en crónica y en otro porcentaje también significativo de estos últimos las lesiones que causa en el hígado terminan derivando en enfermedades muy graves como cirrosis o cáncer. De la respuesta inmune de la persona infectada dependen tanto la posible eliminación del virus como el daño en el hígado.
Y ahora llegamos a la hepatitis C. Aquí tiene al virus responsable, que da miedo con sólo mirarlo.
Mientras que en el caso de la hepatitis B la mayoría de las veces el organismo logra eliminarlo por sí mismo, el de la hepatitis C sólo lo elimina un pequeño número de las personas infectadas. En el 75-85% de los casos, éste se queda en el cuerpo y aparece una infección crónica. En el trascurso de los años, la mitad aproximadamente de los enfermos desarrolla una forma moderada de enfermedad crónica del hígado, que puede dar lugar a una fibrosis. Alrededor de un 10-20% sufre una enfermedad más grave, que puede derivar en cirrosis y, en algunos casos, en cáncer de hígado. La mayoría de los pacientes no tienen ningún síntoma hasta una etapa avanzada de la enfermedad.
El virus de la hepatitis C se propaga a través de la sangre de una persona infectada. Muchos enfermos se infectaron a través de transfusiones antes de que fuera posible detectar el virus en la sangre, lo que no ocurrió hasta 1992. La vía sexual es minoritaria, pues no se transmite a través de los fluidos sexuales, pero cuando se produzca sangrado siempre existe esa posibilidad. Compartir jeringuillas y los tatuajes y piercings realizados sin garantías son otra vía de entrada al virus.
Si usted o algún familiar sufre alguna de estas formas de hepatitis, el médico que le trate decidirá el tratamiento más apropiado en cada caso. Pero usted puede poner mucho de su parte para ayudar a su hígado.
Su médico le habrá dado unas cuantas pautas que no cabe duda que son esenciales: evitar el alcohol (pues agrava los daños ocasionados por el virus en el hígado), no fumar (pues el tabaco priva al hígado de sustancias importantes para que pueda defenderse de la enfermedad), adelgazar (pues el riesgo de que la enfermedad derive hacia un cáncer de hígado es mayor si se es obeso) y controlar el nivel de azúcar en la sangre (pues la diabetes también aumenta ese mismo riesgo).
Y a todo ese “mucho más” es a lo que hemos dedicado el Dossier del mes de julio, cuya preparación estamos ultimando para tenerlo a punto para enviarlo en los primeros días del próximo mes. Y por eso le invito a apuntarse a nuestra lista de envíos para poder recibirlo también.
Y es que nuestro organismo es sabio, y proporcionarle la alimentación adecuada y en las cantidades precisas puede lograr maravillas ante las situaciones más adversas, como sin duda lo es una hepatitis que está lesionando al hígado, al igual que asegurarse de que cuenta con las vitaminas y los oligoelementos necesarios para ayudarle a sanar. Igualmente importante es evitar tomar alimentos que, aunque parecen inocuos, pueden hacer muchísimo daño a un hígado que está luchando para hacer frente a los virus que le han invadido.
En el Dossier “Hepatitis B y C: tratamientos naturales que funcionan” encontrará, entre otras cosas:
Un consejo importante: antes de poner en práctica las indicaciones terapéuticas que contiene este Dossier deberá consultar con el equipo médico que le esté tratando, tanto para evitar contraindicaciones como para que sus médicos tengan clara la causa de su mejoría cuando ésta se vaya produciendo.
Como le he dicho, el próximo viernes día 3 de julio a las 23:59 horas cerramos la lista de destinatarios a los que enviaremos este Dossier sobre las hepatitis B y C. Es la hora límite para poder recibirlo (será el primero de su suscripción anual a Los Dossiers de Salud, Nutrición y Bienestar).
Por eso le animo a apuntarse ya mismo a la lista para asegurarse de que usted también lo recibirá.
Haga clic aquí para inscribirse y poder recibirlo.
Y antes de despedirme por hoy, déjeme recordarle una curiosidad sobre el hígado, que aunque es bien sabida, no deja de ser bastante impactante. Se trata de la sorprendente capacidad del hígado de regenerarse por sí solo, una función que se ve dañada precisamente por las enfermedades hepáticas (y que explica también la importancia de proporcionar al hígado los cuidados adecuados de los que le he hablado antes, que le permitirán aprovechar al máximo esta capacidad).
Tiene tal capacidad de regeneración que, por ejemplo, cuando un niño es sometido a un trasplante hepático, suele bastar con implantarle medio órgano, que irá regenerándose y creciendo al mismo tiempo que lo hace el resto de los órganos del niño. Y tanto es así que en los casos de alcoholismo crónico, en el cual se ha estado agrediendo brutalmente al hígado durante años, si el paciente deja de beber y, por lo tanto, cesa la agresión, el maltrecho hígado puede incluso ser capaz de regenerarse, al menos parcialmente.
La capacidad de regenerarse del hígado es bien conocida desde antiguo. En la mitología griega, Prometeo fue castigado por Zeus por robar el fuego del Olimpo. Fue encadenado y, como castigo, un águila del Cáucaso devoraba a diario su hígado, que volvía a regenerarse durante el sueño… el castigo duró 30.000 años.
Sin duda nuestro organismo es una “maquinaria” sorprendente.
Fuentes:
Imagen del virus de la hepatitis C cedida por Bryan Brandenburg (http://www.bryanmbrandenburg.com).
Artículos relacionados
Quisiera saber el tratamiento para la hepatigis B.