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¿Tiene usted una infección de Candida Albicans?

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  • Si se siente como una babosa, y tiene que arrastrarse para poder salir de la cama cada mañana…
  • Si está triste sin motivo, siente ansiedad y el menor desafío le parece una montaña…
  • Sufre problemas digestivos, picores, migrañas, dolores de cabeza…
  • Si ha probado todos los regímenes sin conseguir jamás perder peso; si tiene dificultades de concentración y la impresión de tener la cabeza como un bombo…

Éstas son señales de que es probable que quizá sufra una  infección por el hongo microscópico o levadura llamado Candida albicans.

Las horribles fechorías de Candida albicans

Cuando se sufre una infección de Candida albicans, decimos que se sufre de «micosis» o más precisamente «candidiasis«, la micosis más común.

El gran público conoce sobre todo la candidiasis como boqueras (o boceras), esas manchas blancas en la boca y los labios que pican horriblemente. Las boqueras afectan sobre todo a los lactantes y a las personas cuyo sistema inmunitario está debilitado (personas que siguen un tratamiento con antibióticos, una quimioterapia o que tienen sida). El diagnóstico en este caso es evidente y la mayoría de los médicos no se equivoca.

Pero en realidad, nuestras sociedades industriales están infectadas con Candida albicans en un porcentaje mucho mayor del de las personas que sufren boqueras. Por ejemplo, el 90% de los estadounidenses tienen una tasa más elevada de lo normal de Candida albicans en el intestino; 80 millones de personas están infectadas y el 70% son mujeres. (1)

En España, por dar un dato, Candida albicans es el sexto factor de infección nosocomial (la que se adquiere al estar ingresado en centros de salud) con una tendencia que no deja de ascender: del 2,4% en 1990 al 5,8% en 2006. (2)

Además, una gran parte de la población tiene micosis en los dedos de los pies y a menudo bajo las uñas: se trata en la mayoría de los casos de colonias de Candida albicans. El problema comienza por los dedos de los pies, donde aparecen rojeces en forma de pequeños botones. Las uñas de los pies se inflaman y luego adquieren una tonalidad amarillenta o blanquecina… se engrosan, se agrietan y acaban por desprenderse.

Es horrible, evidentemente. Pero aún hay algo peor…

Aviso a las almas sensibles: sáltese esta sección y pase directamente a la siguiente

Las irritaciones debidas a Candida albicans se producen en todas las zonas húmedas del cuerpo, y en especial en las partes genitales.

En España, literalmente son millones las personas que sufren infecciones debidas a este tipo de levadura u hongo microscópico. A lo largo de su vida, el 75% de las mujeres resultan afectadas al menos una vez y casi el 45% tendrá dos o más crisis por año, según la Asociación Española de Ginecología y Obstetricia (AEGO).

Son especialmente frecuentes entre las mujeres las micosis vaginales. Producen un flujo vaginal espeso, de color blanco amarillento, con aspecto de leche cuajada y que se adhiere a las paredes de la vagina y al cuello del útero. Si usted se encuentra en esa situación, sentirá picores y sensación de quemazón.

No puede seguir así.

Una infección que hay que tomarse en serio

Al contrario de lo que sucede con muchas enfermedades, si usted está infectado, tendrá la impresión –salvo casos extremos– de poder continuar llevando una vida «normal» a pesar de la infección.

Las uñas de sus pies no tienen buen aspecto, tiene sensación permanente de malestar, hinchazón y fuertes picores. Pero se las arregla para rascarse discretamente, sin que sus compañeros de trabajo parezcan darse cuenta (o al menos eso cree usted, aunque puede que se trate de gente discreta).

En la mayoría de los casos, por lo tanto, la infección con Candida albicans no le impide trabajar o dedicarse a sus ocupaciones.

Pero el problema es que este hongo produce no menos de 79 inmunosupresores. (3)

Se trata de sustancias que neutralizan las defensas naturales, abriendo de par en par la puerta a  enfermedades más graves. Cuanta más Candida albicans tenga en el cuerpo, más vulnerable será a las infecciones.

La candidiasis puede de ese modo provocar el síndrome del colon irritable, asma, gases, flatulencia, fibromialgia, fatiga crónica, etc. Su cuerpo tiene cada vez más dificultad para desembarazarse de los gérmenes oportunistas y de los patógenos (responsables de enfermedades), y en especial de las células cancerosas. Un célebre oncólogo de Roma considera que la micosis es uno de los principales agentes para producir cáncer. (4)

Sólo en 8 de cada 100.000 casos la Candida penetra en la sangre y provoca una candidemia que acaba causando la muerte del paciente.

Pero esta posibilidad, aunque remota, debe ser para usted una razón más para intentar por todos los medios desembarazarse de los gérmenes responsables de micosis.

Por ello, si usted piensa que puede estar infectado por Candida albicans, es muy  urgente que inicie cuanto antes un tratamiento.

Los médicos tienen gran dificultad para diagnosticar correctamente estas infecciones, al ser tan variados los síntomas y poder confundirlos con los de la borreliosis (enfermedad de Lyme, provocada por picaduras de garrapatas o de pulgas infectadas por una bacteria denominada Borrelia). El resultado es que millones de personas están luchando sin saberlo contra un enemigo invisible.

Hasta aquí la mala noticia.

La buena es que, si me lo permite, le ofreceré a continuación medios relativamente simples para luchar contra las micosis comunes y reequilibrar la población de levaduras y bacterias de su cuerpo, así como para reducir las micosis y las candidiasis que causan todas estas miserias… y tragedias.

Conocer al enemigo para matarlo mejor

Como ya sabe, Candida albicans es un hongo microscópico, o dicho de otro modo, una levadura. Vive en su intestino y es algo normal.

Cada uno de nosotros vive con centenares de especies de microbios en su intestino. Estas especies son tan variadas que se habla de «flora intestinal», como hablaríamos de “flora acuática» o de «flora alpina» al referirnos a las plantas que viven en el agua o en los Alpes.

La diferencia, por supuesto, es que en lugar de comprender flores, arbustos, árboles y algas, su «flora» intestinal está compuesta de bacterias y levaduras.

Permítame aquí que haga un breve inciso sobre la diferencia entre las levaduras y las bacterias: las levaduras y las bacterias son células vivas autónomas, y la diferencia entre ambas es que las levaduras tienen mayor tamaño y un núcleo que contiene ADN, mientras que las bacterias no tienen núcleo y su ADN está presente en forma de un único cromosoma. Como verá, no es difíci y, si lo memoriza, podrá soltarlo entre sus conocidos en cualquier momento y quedará muy bien cuando les explique por qué siempre se diferencia entre levaduras y bacterias, a pesar de que en ambos casos se trate de simples microbios.

Cuando su microflora está equilibrada, lejos de vivir a sus expensas como pulgas en un perro, estos microbios son muy beneficiosos para su salud: le protegen de las infecciones, mantienen en buen estado la pared intestinal, completan la digestión de los alimentos para extraer lo mejor de ellos e incluso participan en el mantenimiento de sus defensas naturales: entre el 50 y el 70% de sus células inmunitarias están en su intestino.

Por desgracia, los avatares de la vida pueden a veces perturbar esta admirable paz social. Aprovechando diferentes circunstancias, una población toma ventaja sobre la otra, el equilibrio se rompe y aparecen trastornos.

Los grandes culpables

Las micosis aparecen cuando las levaduras, de las que Candida albicans es la especie dominante, se desarrollan abusivamente en el intestino.

Normalmente, por uno de esos milagros de los que la naturaleza tiene el secreto, las levaduras y bacterias de la flora intestinal se autorregulan: se tienen mutuamente a raya, porque cada una controla el alimento de la otra: las bacterias producen los ácidos orgánicos que alimentan a las levaduras. Las levaduras, por su parte, producen los aminoácidos y los péptidos que comen las bacterias.

Tisanas estación

Cada una necesita a la otra para desarrollarse en armonía. Los científicos hablan de simbiosis, del griego «vivir juntos», y Candida albicans, lejos de ser un caso aislado en el mundo de las levaduras y las bacterias, está normalmente bien integrada en la comunidad.

Pero si usted destruye las bacterias a golpe de antibióticos y ceba a sus levaduras con el azúcar que las vuelve locas, éstas se multiplicarán y se aprovecharán de ello para colonizar otras partes del cuerpo.

Si sospecha que tiene una infección con Candida albicans, por la presencia de micosis o cualquier otro de los síntomas señalados, es muy importante que se ocupe de ello lo más rápido posible.

Sin duda es posible actuar y tener buenos resultados, pero puede llevar su tiempo si la micosis es antigua.

Tratamientos sencillos de las candidiasis externas

Para comenzar, en caso de micosis externa (dedos de los pies) o de la boca, se puede tratar con una solución de agua oxigenada y bicarbonato sódico en agua.

Mezcle en un vaso de agua tibia (alrededor de 300 ml) una cucharadita de agua oxigenada al 10% y una cucharadita de bicarbonato sódico. Enjuáguese la boca con esta mezcla durante un minuto, haga gárgaras, escupa y finalmente enjuáguese la boca con agua. A lo largo de este proceso, el agua oxigenada cumple su función de desinfectante y es descompuesta rápidamente en oxígeno y en agua por la catalasa (enzima que se encuentra en la saliva).  Esta operación debe repetirse durante varios días hasta que desaparezca la micosis.

Haga después la misma operación empleando extracto de semilla de pomelo, que completará la acción. El extracto de semilla de pomelo se quedará en los espacios interdentales y mantendrá el efecto desinfectante del enjuague bucal. No obstante, como la boca corre el riesgo de volver a poblarse de bacterias y hongos del ambiente y de los alimentos, le recomiendo seguir el tratamiento con el extracto de semilla de pomelo cada noche al acostarse durante varios días e incluso mantenerlo a largo plazo para evitar una recaída.

Tratamientos según la zona:

En caso de infección vaginal, puede utilizar para la inflamación de la parte externa pomada al óxido de zinc. En caso de micosis vaginal profunda, comience realizando un enjuague cada noche con una solución de extracto de semilla de pomelo durante una semana; introduzca luego óvulos de Lactobacillus rhamnosus para repoblar la vagina con una flora de protección.

Para los pies, aplíquese en los dedos una solución concentrada de agua oxigenada y bicarbonato sódico, y luego aplique tintura de yodo diluida en agua con un algodón sobre todo el pie, poniéndose por último una pomada al óxido de zinc. Como los hongos están también en los calcetines y en los zapatos, eche en éstos talco boricado.

Para las uñas: aplique tintura de yodo concentrada bajo la uña hasta que desaparezca la infección (la tintura de yodo tiene un potente y duradero efecto antiséptico). Si está usted muy infectado, tendrá dificultad para hacer penetrar la tintura de yodo en profundidad bajo las uñas, por lo que deberá limpiarlas concienzudamente antes del tratamiento.

Tratamiento de fondo

No basta con limitarse a tratar las micosis externas. Es necesario también impedir que la flora fúngica (levaduras) llegue a ser mayoritaria en el intestino y las vías urogenitales.

Algunos médicos pretenderán detectar la presencia excesiva de Candida en sus intestinos efectuando un análisis de materia fecal (coprocultivo). Parece de sentido común, pero no funciona. Existen micosis ocultas que se desarrollan en la parte alta del intestino delgado y que no son detectables por un coprocultivo, ya que el pH del intestino (medida de acidez) es favorable a las levaduras al principio, cerca del estómago, pero después se hace cada vez más alcalino, lo que hace desaparecer los rastros de Candida al expulsarse las heces, incluso si la candidiasis es significativa en las vías intestinales superiores.

Sólo un análisis muy especializado de la sangre o de la orina permite detectar la presencia de metabolitos de origen fúngico y sospechar una infección oculta.

Debe tomar en consideración tres medidas simultáneas para restablecer un buen equilibrio de su microflora:

La primera consiste en adoptar un régimen alimenticio exento de azúcares simples (sacarosa, glucosa, maltosa y lactosa) y de levadura (pan, cerveza, etc.), pero rico en ajo, cebollas y crucíferas (todos los tipos de col) y en aceite de oliva. Consumir polvo de nuez de coco, rico en ácido caprílico y beber infusiones de romero, hinojo y genciana. Evite los quesos madurados con moho (tanto los de corteza florecida como los quesos azules).

La segunda medida consiste en poblar el tubo digestivo con una flora probiótica inhibidora de la flora fúngica. Determinadas cepas de los géneros Lactobacillus y Propionibacterium actúan como inhibidores de la Candida. Pero para que sea eficaz, es necesario que este probiótico en polvo se diluya en un vaso de agua tibia (30 a 35 °C) y se consuma por la mañana en ayunas, al menos un cuarto de hora antes de ingerir alimentos sólidos, para que el probiótico pueda atravesar rápidamente su estómago y vaya directo al intestino; es decir, en un momento en que su píloro está aún abierto (el píloro es la puerta que cierra el estómago por la parte inferior para que el alimento sólido se quede ahí hasta ser digerido completamente).

La razón es que los probióticos corren el riesgo de ser destruidos en el estómago si se quedan en él con los alimentos durante la digestión, ya que no pueden soportar la gran acidez del jugo gástrico.

El tiempo necesario para la regeneración de una microflora fuertemente contaminada con Candida albicans es de 2 a 6 meses, según la antigüedad de la micosis.

La tercera medida es consumir antes de las comidas y de las cenas (y no mezclándolos nunca con los probióticos) extractos vegetales y aceites esenciales que tengan propiedades inhibidoras de la flora fúngica. Por ejemplo, consuma extractos de propolis, ajo, ajedrea, pino silvestre, hoja de olivo, canela, clavo, árbol del té, tomillo, semilla de pomelo, etc. Estos últimos deben usarse con precaución, ya que se trata de sustancias activas que a la larga pueden provocar la irritación de las mucosas.

Se recomienda siempre acudir a asesores y terapeutas experimentados antes de efectuar este tercer modo de tratamiento.

Disculpe la longitud de la carta de hoy, pero consideraba necesario dedicar un tiempo a describir en detalle un problema que afecta a un número de personas mucho mayor del que se supone. De hecho, con la candidiasis ocurre como con todas las enfermedades poco mediáticas de las que apenas se habla, pero que tienen una incidencia importantísima en nuestra sociedad.

Estoy convencido de que si mi mensaje circulase y se siguiesen todas estas indicaciones, podrían evitarse muchas enfermedades graves o incluso fatales en los próximos años. Por eso le animo a reenviar este e-mail a todos sus conocidos a quienes considere que les pueda ser de utilidad. Les hará un gran favor.

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Fuentes:

(1) Koenig, Vicki, «Candida Overgrowth/Yeast Hypersensitivity»,

(2) Estudio de Prevalencia de la Infección Nosocomial en España (EPINE).

(3) Murray, Michael T, «Chronic Candidasis : The Yeast Syndrome», Prima Health Publishing, Rocklin, CA, (1997)

(4) Se trata del Doctor Tullio Simoncini: http://www.curenaturalicancro.com/fr/dr-simoncini/

 


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