Analizamos la investigación más puntera acerca de las propiedades de las cerezas y, además, le damos una receta fácil con la que sacar todo el partido a estas deliciosas frutas.
Uno de mis mayores orgullos son los árboles de mi jardín. Y hay un árbol en particular que me alegra especialmente cuando lo veo florecer con la llegada del buen tiempo: el cerezo.
Sus flores blancas y rosadas me invitan a contemplarlas durante horas. Y por ello durante el corto período que está en flor me siento frente a él, ya de tarde, meditando sobre las muchas bellezas fugaces que oculta la Naturaleza.
Pero por supuesto este árbol no solo me llena de poesía, melancolía y meditación.
¡También me llena de cerezas!
Y esto es una doble alegría porque estas frutas son tan sabrosas y delicadas al paladar como sanas y buenas para la salud (siempre que no se ahoguen en azúcar, tal y como se hace en muchas recetas).
Las cerezas están llenas de beneficios nutricionales y medicinales.
Y, al contrario de lo que a veces se cree, no son mucho más calóricas que otras frutas (poseen 50 kilocalorías por cada 100 gr; ¡menos incluso que la manzana!).
En cambio, contienen importantes cantidades de fibra (buena para el tránsito y para favorecer la saciedad, lo que hace comer menos y mantener el peso), polifenoles (anticancerígenos y antienvejecimiento), carotenoides (esenciales para una buena vista), vitamina C (clave de la inmunidad) y potasio (muy diurético). (1)
Además, son ricas en triptófano, un importante aminoácido que permite la producción de serotonina (hormona esencial para el buen humor y el sueño). (2)
Pero ¿hay diferencias entre las diversas variedades de cerezas? Pues según diversos estudios las cerezas dulces son las más concentradas en polifenoles, mientras que las ácidas son las más ricas en antocianinas.
Estas últimas son pequeñas moléculas antioxidantes que suponen un activo único para sus ojos, ya que previenen la degeneración macular asociada a la edad (DMAE) y mejoran la visión nocturna. (3)
De igual modo, estas interesantes sustancias (que también están muy presentes en otras frutas de color oscuro como los arándanos, por ejemplo) proporcionan una potente protección contra la luz azul de las pantallas de los ordenadores, las tabletas y los teléfonos, que causan graves daños a los ojos. (4)
Pero en cualquier caso los beneficios de las cerezas van mucho más allá de esto. Veamos.
Nada menos que 11 estudios han demostrado que las cerezas reducen los marcadores generales de la inflamación en el organismo.
Y esta información es relevante para las personas con enfermedades autoinmunes, artrosis y artritis, por ejemplo, pero también para los deportistas en general.
En este sentido, en 8 de 9 estudios se ha demostrado que el consumo de cerezas reduce el dolor y la pérdida de fuerza inducidos por el ejercicio en los atletas. (5)
Eso sí, las cantidades de fruta ingeridas en esos ensayos eran considerables. Nada menos que ¡entre 50 y 270 cerezas al día! (6)
Ya imagina cómo pudo acabar el tránsito de los participantes…
En cuanto a la diabetes, los resultados son bastante prometedores si bien hay que reconocer que las cerezas no tienen ninguna cualidad preventiva en los no diabéticos.
Lo que hacen, en realidad, es rebajar los índices diabéticos cuando estos ya están demasiado altos. Y en este sentido un ensayo clínico de 6 semanas realizado sobre mujeres con diabetes demostró que 40 g de un concentrado de cereza al día (con un total de 720 mg de antocianinas) es capaz de bajar los niveles de hemoglobina glicosilada, uno de los principales marcadores de la enfermedad. (7)
Además, provocó una reducción de la glucosa en sangre en ayunas, aunque solo de un 8%, y redujo significativamente la presión arterial (tanto la sistólica como la diastólica).
Ya por último, también se ha demostrado que la alta proporción de antocianinas de las cerezas puede ayudar a reducir los niveles de azúcar en sangre de forma general.
Esto se debe a la acción de las antocianinas, que:
– Ralentizan la producción de glucosa a partir de los hidratos de carbono complejos.
– Desaceleran la producción de glucosa hepática.
– Disminuyen la producción de la hormona glucagón por parte de las células alfa del páncreas.
– Aumentan la captación hepática de glucosa.
– Incrementan la producción de insulina por parte de las células beta del páncreas. (8)
Así que no puedo más que animarle a que se “infle” a comer cerezas, especialmente si es usted una persona golosa.
Hay todavía más beneficios en las cerezas, y lo cierto es que no son algo menor.
Por ejemplo, se ha demostrado que mejoran el sueño y que lo hacen, de hecho, en un tiempo ¡casi “récord”! En concreto, en 3 días en el caso de las cerezas dulces y en 5 en el caso de las ácidas-. (9) (10)
¡Pero es que hasta frente a una enfermedad tan grave como el alzhéimer tienen algo que decir estas maravillosas frutas!
Resulta que se ha demostrado sobre animales que mejoran la memoria y previenen el desarrollo de esta enfermedad neurodegenerativa. (11) (12)
Ahora bien, ¿cómo tomarlas?
Por supuesto, nada mejor que la fruta al natural, fresca y bien madura. Y es que una vez que se cocinan de algún modo las cerezas pierden la inmensa mayoría de sus nutrientes y propiedades.
No obstante, si dispone de un cerezo que le provea de ellas en abundancia, le animo a probar una tarta de cerezas muy especial de origen francés que mi madre preparaba cuando yo era niño.
Le doy a continuación la receta sin azúcar.
Para elaborarla solo necesita medio kilo de cerezas, 130 ml de leche o bebida vegetal, 2 huevos, 30 g de harina de trigo “bio”, una vaina de vainilla y sal fina (opcional).
Incluso si sus cerezas son orgánicas, es importante lavarlas bien y deshuesarlas antes de utilizarlas en la receta.
A continuación, en un bol vierta los huevos, la vaina de vainilla raspada con un cuchillo, un poco de leche y la harina. Bata todo junto y remueva bien hasta que el resultado sea homogéneo.
Una vez lista la mezcla, añada el resto de la leche y siga removiendo.
Precaliente el horno a 180° C y deje engrasada una fuente.
Vierta las cerezas sobre la mezcla y remueva suavemente, antes de meterla en el molde y luego en el horno.
El pastel tarda 45 minutos en cocinarse, a veces un poco más. Y una vez cocido (pruebe clavando la punta de un cuchillo, hasta que salga limpio) solo lo hay que dejar que se enfríe antes de hincarle el diente.
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Qué buena y completa información sobre las cerezas.
El pastel que nos recomienda tiene todos los ingredientes para ser riquísimo. Sin duda lo haré.
Un millón de gracias. Elisa
Una verdadera maravilla este comentario sobre las cerezas y sobre cómo alimentarse mejor, de forma amena y rápida, sin quitarnos tiempo hemos recibido muchas ideas valiosas que merecen la pena seguir. Gracias a Salud, Nutrición y Bienestar por mantenernos informados de modo tan agradable.