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Infusiones, oración y frutas medicinales: el lado más humano de los Papas

La elección del nuevo Papa ha puesto a la Iglesia Católica en el foco mundial. Es el momento ideal para recordar cómo, a lo largo de la Historia, el papado también ha estado ligado a la medicina natural para el cuidado de la salud.

La elección del nuevo Papa, tras la muerte de Jorge Mario Bergoglio, ha situado a la Iglesia Católica en el epicentro del interés mundial.

Y ahora que todos los ojos están puestos en el cónclave que se celebra estos días en la Capilla Sixtina de Roma, del que saldrá el Papa número 267, es el momento perfecto para recordar que la historia del papado está llena de figuras carismáticas, decisiones trascendentales… y también algunas curiosas anécdotas relacionadas con la salud natural.

Desde recetas herbales hasta tratamientos antioxidantes, hacemos un repaso por momentos en los que la tradición papal y el cuidado del cuerpo y la mente se entrelazaron de forma muy particular.

La tisana del Papa Luna

Pedro Martínez de Luna (1328-1423), más conocido como el “Papa Luna”, fue uno de los grandes protagonistas del Cisma de Occidente que, en el siglo XIV, conllevó la existencia de… ¡tres Papas!

Uno de ellos fue precisamente Pedro Martínez de Luna, que también ha pasado a la historia como el “antipapa” porque muchos consideraron que su nombramiento era ilegítimo. De hecho, por esta misma razón surgió el dicho de “mantenerse en sus 13”, aludiendo al ahínco con el que el Papa Benedicto XIII (este era su nombre pontificio) defendió que él era el legítimo Papa.

Pero más allá de su papel eclesiástico, el Papa Luna también es conocido por la tisana digestiva que él mismo elaboró, según la leyenda. Y también se cuenta que la receta de esta bebida, de destacadas propiedades medicinales, fue uno de los secretos de su longevidad (murió con 95 años).

Esta fue, precisamente, una de las razones por las que se popularizó la receta bajo el nombre de “pulvere papae Benedicti de Luna”. Transmitiéndose de generación en generación para aliviar dolencias digestivas, nerviosas y renales.

Ahora bien, su interés no ha decaído desde entonces, hasta el punto de que en la actualidad goza de una sólida base fitoterapéutica. Y hoy se considera una de las grandes aliadas del sistema digestivo, además de un potente calmante, gracias a su combinación de cilantro, anís, hinojo, alcaravea, comino, canela, raíz de regaliz y rizoma de díctamo.

Todas estas plantas actúan en sinergia, lo que permite potenciar sus efectos terapéuticos, convirtiéndose así en un gran aliado para calmar el cuerpo y la mente.

La papaya y el milagro de Juan Pablo II

La segunda de las historias papales que queremos recordar tiene como protagonistas a Karol Wojtyła (1920-2005). Bajo el nombre Juan Pablo II, el suyo fue uno de los papados más largos de la historia, siendo testigo de grandes momentos históricos del siglo XX.

Pero ello también hizo que el resto del mundo fuera testigo del deterioro de su salud a medida que pasaban los años. Sobre todo cuando los síntomas del párkinson que sufría se fueron haciendo cada vez más evidentes.

Fue entonces cuando entró en escena el profesor y médico Luc Montagnier, futuro Premio Nobel por sus investigaciones sobre el virus del sida.

En el año 2002 pudo conocer al Papa Juan Pablo II. Y en esa visita le recomendó un tratamiento antioxidante a base de glutatión y extracto de papaya fermentada durante 1 mes, además de instrucciones precisas para mejorar su salud.

Por desgracia, en aquella época apenas se conocían estos poderosos antioxidantes (el propio Montagnier los había descubierto hacía poco), lo que conllevó un linchamiento mediático en el que se acusó a Montagnier de dar al Santo Padre “elixires de juventud” y remedios propios de las “pseudociencias” con los que solo buscaba enriquecerse.

Nada más lejos de la verdad.

De hecho, a raíz de este tratamiento complementario Juan Pablo II experimentó una gran mejoría. Y, por esta razón, la misma prensa que meses atrás lo había atacado, empezó a hablar del “milagro de la papaya”, aludiendo solo a esa fruta como la responsable de la “milagrosa curación” del Papa.

De nuevo, una opinión totalmente alejada de la realidad.

El propio Montagnier trató de corregir ese malentendido al señalar que la mejoría del Papa era el resultado de varios factores: las propiedades inmunoestimulantes de esa fruta tropical y el poder antioxidante del glutatión (es el más potente del organismo), que resultaba especialmente beneficiosos para hacer frente a una enfermedad caracterizada por el estrés oxidativo.

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Además de, muy probablemente, otros factores que confluyeron en el día a día de Karol Wojtyła, y que permitieron que el 264º Papa de la Iglesia Católica se mantuviera lúcido y fuerte hasta los últimos días de su vida. Murió a los 84 años tras uno de los papados más largos de la historia (más de 26 años).

Por desgracia, la controversia mediática acabó eclipsando la intención original de Montagnier, que no era otra que apoyar la salud del Papa mediante terapias naturales.

Una verdadera pena, pues una figura tan relevante como la de Juan Pablo II podría haber ayudado a fomentar su uso a nivel mundial.

El enfoque sencillo y espiritual del Papa Benedicto XVI

Tras el fallecimiento de Juan Pablo II se inició un nuevo cónclave y, tras dos días y en la cuarta votación, fue elegido Papa el cardenal alemán Joseph Ratzinger, quien tomó el nombre de Benedicto XVI.

Del Papa Benedicto XVI no se conocen preferencias claras por remedios naturales específicos, pero sí hay algunas curiosidades interesantes sobre su enfoque respecto a la salud y estilo de vida.

Benedicto XVI llevaba una vida muy ordenada y sobria, con una rutina marcada, lo cual contribuye significativamente al bienestar general. Se sabe que llevaba una alimentación muy sencilla, basada en la tradición alemana y mediterránea. Prefería comidas ligeras y saludables, como sopas, pan negro, fruta y poca carne, lo cual refleja una actitud de cuidado natural y preventivo de la salud.

Además, como teólogo y pensador, Benedicto tenía una profunda admiración por la creación y el orden natural. Y para él la música clásica (especialmente Mozart) y la oración eran formas importantes de bienestar espiritual y emocional. Una visión integral de la salud, donde el equilibrio emocional y espiritual también influye en lo físico.

Murió a los 95 años, aunque había renunciado casi diez años antes por falta de fuerza para continuar con las exigencias del papado.

Francisco, el Papa del mate y la medicina tradicional de los pueblos

También hay algunas anécdotas y datos curiosos sobre el Papa Francisco relacionados con su estilo de vida y los remedios naturales.

Sin duda fue conocido por su afición al mate, una infusión tradicional en Argentina, su país de origen, hecha con yerba mate. Aunque no se considera un remedio medicinal en el sentido estricto, el mate tiene propiedades estimulantes (por su contenido de cafeína) y antioxidantes, y se consume ampliamente en Sudamérica tanto por costumbre como por bienestar general.

Desde antes de ser Papa, Francisco llevaba una vida austera, caminando mucho, cocinando él mismo y cuidando su dieta.

Muy destacable fue su interés por la medicina tradicional de los pueblos. En varias ocasiones expresó respeto y aprecio por las culturas indígenas y su conocimiento ancestral, incluyendo la medicina natural. En sus mensajes y encíclicas, como Laudato si, de 2015, habló de la importancia de preservar este tipo de sabiduría frente al avance desmedido de modelos industriales.

En estos momentos de transición y mirada al futuro, mientras los cardenales reunidos en cónclave eligen al próximo pontífice y el mundo espera la fumata blanca que así lo indique, es también una buena ocasión para redescubrir cómo el vínculo entre naturaleza, salud y espiritualidad ha acompañado a algunos Papas a lo largo de los siglos.

Una dimensión poco conocida de estas figuras históricas, pero que nos recuerda que incluso en los más altos cargos del mundo, el bienestar personal también puede venir de las plantas, las infusiones… y hasta de la humilde papaya.


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